A sus escasos 9 años, Rosita ya es víctima de bullying. Su agresor es Marcos, un compañero de aula un año menor que ella, que no tolera que Rosita sea diferente. “Mi hija es delicada, no le gusta jugar tosco ni correr muy rápido, y eso molesta a Marcos. En el recreo, él no permite que nadie juegue con mi hija y si alguna niña del aula se le acerca o le habla, inmediatamente es agredida”, cuenta Julia, la madre de Rosita.
Julia ya ha conversado con la profesora, con la directora y hasta con la madre de Marcos sobre el tema, pero nadie le da una solución. “Marcos le dice groserías a mi hija, al caminar a su lado la empuja y una vez le dio una patada en el vientre. Pero todos me dicen que ya hablaron con su familia y no saben qué hacer con el niño”, dice Julia acongojada.
Pero Julia no se ha quedado de brazos cruzados. Ella lleva a su hija todos los sábados a los talleres que ofrece la ONG Convivencia en la Escuela. En este espacio, que se desarrolla en 16 colegios de Lima y ha sido esbozado teniendo como base el programa finlandés anti acoso escolar (KIVA), los niños, que asisten de manera voluntaria, son capacitados en formas sanas de convivencia.
“Aquí los niños son formados en valores y pueden expresarse, conocerse, compartir, hablar de temas como la amistad, el respeto, la solidaridad, la tolerancia o el trabajo en equipo. La diferencia con KIVA es que en ese programa la capacitación es gubernamental y se hace en la propia aula y con el docente“, señaló Jorge De Luise, director ejecutivo de esta asociación.
La ONG trabaja con un efecto de cadena, pues capacita a jóvenes universitarios para que estos sensibilicen a los adolescentes de tercero, cuarto y quinto de secundaria, a fin de que estos, a su vez, sean líderes y formadores de los alumnos de primaria.
“En estos colegios iniciamos con un índice de violencia de 47% y tras dos años de trabajo, estamos rozando el 38%. El trabajo no es fácil. La violencia escolar es el reflejo de la violencia social que vivimos todos los días en el Perú. Se estima que el 50% de los escolares ha sufrido, en algún momento, un caso de violencia. Por eso, nuestro trabajo es preventivo y también alcanza a los padres de familia y a los propios maestros, a quienes se les hace pasar por experiencias vivenciales y un coach educativo”, explicó De Luise.
DENUNCIAS QUE CRECEN
En el Perú, la violencia escolar sigue siendo muy alta. Según datos oficiales del Ministerio de Educación, desde setiembre de 2013 a abril de 2016, el sistema especializado en reporte de casos sobre violencia escolar (Siseve) registró 6,300 casos, de los cuales 2,019 fueron reportados en 2014 y 3,641 durante 2015, lo que significa que en el último año hubo un incremento del 75%.
Francisco Marcone, asesor de la Dirección General de Calidad de la Gestión Escolar del Ministerio de Educación, señaló que el aumento obedece a la mayor difusión de la herramienta durante el año pasado. “Siseve está ayudando a visibilizar la situación de violencia que se presenta en las escuelas, pues aunque existe la obligatoriedad de que cada colegio cuente con un registro de incidencias de casos, la mayoría no cumple con hacer sus reportes”, manifestó.
Lourdes Sandoval, coordinadora de proyectos de la ONG Calandria, sostuvo que, aunque el Siseve está funcionando, su estadística no refleja la realidad del Perú, pues muchos colegios de zonas alejadas no tienen acceso a Internet y no registran las incidencias de violencia. En otros casos, los directores no denuncian porque minimizan los problemas entre adolescentes, no quieren comprometerse o quieren evitar que sus escuelas figuren como espacios con prácticas violentas.
DOCENTES VIOLENTOS
Para Mayda Ramos, adjunta para la Niñez y la Adolescencia de la Defensoría del Pueblo, llaman la atención los casos de violencia cometidos por adultos contra estudiantes (39%). Según Siseve, más del 90% de esos casos corresponden a docentes que mantienen prácticas disciplinarias antiguas o responden al pedido de los padres para que disciplinen a sus hijos.
“¿Cómo puede ocurrir esto? Los niños no pueden estar expuestos a profesores violentos. El Ministerio de Educación debería hacer un esfuerzo por capacitar a los docentes en temas de convivencia, porque un título no garantiza que la persona entienda estos temas”, sostuvo Ramos.
Por otro lado, Rosa Vallejos, abogada de la Defensoría del Pueblo, refirió que la Ley 29719, que promueve la convivencia sin violencia en los colegios, tampoco se cumple.
La ley establece que el colegio debe organizarse y contar con un equipo que sea el que planifique medidas para promover la convivencia democrática en la escuela. Este equipo debe contar con un reglamento interno con las medidas correctivas que se aplicarán a cada caso, sin vulnerar los derechos de las personas, y debe ser elaborado con la participación de los estudiantes.
LEY QUE NO SE CUMPLE
Sin embargo, la Defensoría del Pueblo ha supervisado diversos colegios para ver si esta normativa se respeta y lo que ha encontrado es que la mayoría de colegios trata de cumplir la norma, pero hay un porcentaje que no conoce la ley y, por lo tanto, no está haciendo nada en este tema.
“La problemática es muy diversa, hay casos en que los directivos no saben qué hacer y piensan que si los escolares se piden perdón ya se resolvió el tema, pero no siempre es así, pues cada caso tiene su particularidad y las escuelas deben garantizar la convivencia democrática”, dijo Vallejos.
Por ello, con la finalidad de garantizar que los colegios hagan más incidencia en la prevención de la violencia, el Ministerio de Educación está trabajando en una norma con los lineamientos de la convivencia escolar, la cual comprende acciones para mejorar la convivencia en el colegio, medidas para prevenir los casos de violencia y protocolos de atención en casos específicos.
“La institución educativa tendrá cuatro protocolos para la atención de casos de violencia leve entre estudiantes, violencia grave entre estudiantes, violencia de profesor a estudiante y violencia de profesor a estudiante con heridas o acoso sexual”, refirió Marcone, quien dijo que adicionalmente se trabaja en una aplicación para que los escolares puedan denunciar más fácilmente, desde los teléfonos celulares.
CONVIVIR SIN VIOLENCIA
Diversos estudios han demostrado que la mayoría de escolares que agreden tienen problemas de violencia familiar o abandono. Por ello, Calandria, en coordinación con Fovida, Alternativa y Acción y Desarrollo, han puesto en marcha el proyecto Escuelas Libres de Violencia.
El programa, financiado por el Fondo Ítalo Peruano, está presente en 60 colegios de Independencia, Comas, San Juan de Miraflores, Villa El Salvador y San Juan de Lurigancho. “Se trabaja para que la convivencia democrática no solo sea un documento, sino que incluya la participación activa de los municipios escolares, a fin de que sean los propios chicos los que hagan la vigilancia y denuncia de los casos de bullying”, refirió Lourdes Sandoval, de Calandria.
Refirió que, a través de este programa, los escolares implementan sus propias iniciativas para prevenir la violencia. “Por ejemplo, han creado el Día del Abrazo, para expresar su amistad a los agresores que no reciben cariño”, dijo.
Sostuvo que, en vista de los buenos resultados, Calandria está solicitando que los municipios escolares sean reconocidos por el Ministerio de Educación y la ley los incorpore como agentes de prevención de la violencia.
TENGA EN CUENTA
- Aunque la Ley 29719 establece que en cada colegio debe haber un psicólogo para ver los temas de violencia, la realidad no es así, pues hay 80 mil escuelas y solo 23 mil psicólogos, de los cuales no todos tienen la especialidad educativa.
- Las escuelas que no tienen psicólogos pueden acceder a los profesionales de su respectiva UGEL, del Centro de Emergencia Mujer o de las ONG que laboran en su zona.
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