César Takeuchi
Pilar Curo Jorge, vecina de Nievería, en Huachipa
“Con mi cuñada habíamos puesto un restaurante y un local de venta de ropa. Pero nuestros negocios quedaron sepultados por el huaico. Yo había invertido por lo menos S/5 mil y ahora lo he perdido todo. Las mesas, la cocina, mi refrigeradora, vitrinas, ollas, todo ha quedado inservible. Nosotros vendíamos menú y eso nos daba para subsistir, pero ahora las dos viviendas han quedado convertidas en cascarón. El lodo nos cubrió más de un metro y medio. Ahora solo vivimos de la caridad de los vecinos, mis hijos de 1 y 4 años no comen desde hace varios días y no sé qué hacer. Mi vivienda no se ha desplomado de milagro, pero estamos cerca de la bajada del huaico que en cualquier momento podría destruirlo todo”.
Ursicio Núñez,vecino de Cupiche, Ricardo Palma
“El jueves que cayó el huaico en Cupiche, el piso de mi casa comenzó a erosionar. No me importó arriesgar mi vida y saqué –sobre todo– la ropa de mis hijos menores. Fue el domingo a las 6:00 de la tarde que mi vivienda se vino abajo como una galleta y cayó al río. Tengo un dolor inmenso porque ahí estaba mi empresa ‘Mónica’, en un local de 120 metros cuadrados. Era un centro para lavar carros. Ahí había puesto todos mis sueños y ahora no tengo nada. He tenido que despedir momentáneamente a mis trabajadores. Por ahora nos han dado posada en el local comunal de Cupiche, pero solo será por 30 días y de ahí no sabemos qué vamos hacer. Acá necesitamos ayuda, hay más de siete casas que han caído”.
Liliana Enríquez, vecina de Carapongo, Huachipa
“Debido al barro y el agua empozada que dejó el huaico, a mi niño de 1 año y 10 meses le han salido granitos en todo el rostro. A medida que se rasca se le va aumentando en las manos y en los brazos. Tiene heridas en su nariz, boca y orejas. No para de llorar porque no aguanta la picazón. En la posta me han dicho que serían hongos y se necesitan medicamentos que no puedo comprar porque no tengo dinero. Mi esposo tenía su mototaxi y ese era nuestro único sustento, pero como se llenó de lodo ha quedado inservible. Mi casa también quedó sepultada. Mis artefactos y sillones están debajo del lodo. Quisimos recuperar algo, pero es imposible”.
Héctor Huaccho, vecino de Nievería, Huachipa
“He perdido máquinas de 125 mil dólares, comprensoras valorizadas en 25 mil dólares cada una, tornos y camiones. Todo ha quedado sepultado. Calculo que mis pérdidas ascienden a más de 1 millón de soles. Yo hago contratos con algunas mineras y ahora he tenido que cancelarlos. Lo que estoy viviendo es una verdadera pesadilla. Los huaicos que cayeron el jueves y el viernes tumbaron mi portón metálico de más de 2 metros de altura y arrasaron con todo lo que había. Encima había comprado bidones de aceite y unos delincuentes saquearon todo. Se han llevado hasta mis tres perros rottweiler. No estaba preparado para esto. Pido facilidades al Estado. He perdido un préstamo de S/120 mil… pero voy a recuperarme”.
Celia Arce Pillaca, vecina de Santa María
“Este terreno era un herencia que había dejado mi padre para sus tres nietas. El desborde del río Rímac ha destruido todo y hemos quedado desamparadas 43 personas. Lo peor es que mi padre no tiene dónde quedarse y lleva una semana sentado y durmiendo en una silla de plástico. Se queja de dolor porque tiene artrosis en los huesos. Además, padece de diabetes y necesita atención urgente. Pido por lo menos una silla de ruedas para trasladarlo a una posta médica. La otra vez lo llevamos casi cargado para que le den unos calmantes. Yo por cuidar a mi padre he dejado de trabajar en una bodega que tenía en la Ramiro Prialé. Sé que en estos momentos no puedo dejarlo, pero no tengo de dónde sacar dinero, soy madre soltera”.
Carlos Lozada Zapata, vecino de Cupiche
“De mi casa de dos pisos solo ha quedado mi puerta de metal flotando en el río. El huaico parecía suave, pero luego creció y levantó mi vivienda. Pude poner a buen recaudo a mis dos hijas, una de 3 añitos y la otra de 9 meses. Lamentablemente he perdido sus jarabes que tomaban para evitar enfermedades respiratorias. Mi niña mayor tiene que tomar de por vida eso, sino le da una infección rápidamente. Ahora presenta fiebre, dolor de garganta y le estalla la cabeza. En estos momentos ya tiene malestar porque todo está húmedo y con barro. Agradezco a un vecino que nos ha dado temporalmente una parte de su segundo piso. Igual necesito pañales para mi niña”.
Alan Sánchez de la Cruz, vecino de Ricardo Palma
“La madrugada del jueves cayó una lluvia muy intensa. Luego el río se desbordó y en cuestión de minutos jaló mi casa y mi local de lavado de autos. Este negocio lo abrí en 1996 y era el sustento para sacar adelante a mi esposa y a mis nietos. Con los S/50 o S/80 que sacaba diario les daba de comer. Ahora solo queda agua, he perdido sus colchones, televisores… Me parte el alma cuando mi nieto me dice: ‘Papito, cuándo vamos a regresar a casa’. Le tengo que decir: ‘Hijito, ya no hay casa, lo perdimos todo’. Él me dice: ‘Por Internet te voy a construir una casa, no te preocupes’. Nunca habíamos pasado algo así pese a que vivimos en el lugar desde hace más de 20 años”.
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