Huayrurín es un delfín rosado amazónico y el único en su especie en todo el mundo que vive en cautiverio. Hace 10 años llegó hasta el zoológico Quistococha, en Iquitos , y hoy presenta graves heridas en su aleta dorsal y su cola, producto de las malas condiciones de su entorno; sufre de estrés y hasta podría suicidarse, advierten los especialistas.
Su entrenadora, la bióloga Sandy Tassy, conoció a Huayrurín hace 3 años y desarrolló con él una fuerte relación. Ella relató a ‘Cuarto Poder’ que las primeras heridas se las provocó en setiembre de 2015, cuando el delfín comenzó a sacar pedazos de cemento que se desprendían del fondo de la piscina en la que vivía.
A partir de mayo de este año, Sandy dejó de trabajar en el zoológico y denunció el estado de emergencia en que se encuentra el establecimiento donde habita delfín y otros animales de la amazonía peruana, en igual o peores condiciones.
Huayrurín estuvo viviendo entre 7 y 8 meses en un estanque con agua empozada —cuando debió ser un máximo de dos—, de un metro y 20 centímetros de profundidad. Esto, sumado a la mala calidad del agua, impide que las heridas sanen como deben, explicó la veterinaria.
“El delfín orina y defeca y el agua se va contaminando cada vez más y no hay una entrada y una salida para poder limpiarla (…) le estamos prolongando su tortura”, aseveró Sandy.
Un día, decidió tomarle algunas fotografías a las heridas de la cola del delfín, incluyendo una que muestra —según explicó ‘Cuarto Poder‘— “el uso un componente derivado de la violeta de genciana (que tiñe su boca de color morado) que se usa para ganado vacuno y con el que pretendían aliviar el dolor del animal”.
La prolongación de su vida en estas condiciones le ha generado al delfín un cuadro de estrés y depresión. Según el veterinario marino Carlos Yaipén, en declaraciones a Canal N, los cuadros que presenta Huayrurín son propios de vivir en cuativerio.
“Pueden llegar a autolacerarse, lastimarse o salir de la piscina para quedar varado”, explicó. Por eso, la ONG Orca inició la campaña ‘Liberemos a Huayrurín y reinventemos Quistococha’. El objetivo es devolver al delfín rosado a su hábitat natural, que es el río, pero en condiciones de semicautiverio.
Según Yaipén, esto sería posible luego de varias etapas donde las condiciones de la piscina mejoren y el delfín esté estimulado, de modo tal que se pueda acostumbrar a las características del río. Si Huarurín regresa de un momento a otro a su hábitat natural podría ser atacado por sus propios congéneres.
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