Esteban Acuña
@estebanbigotes
Actualmente, los crímenes de odio —aquellos “actos criminales motivados por prejuicio basado en una característica protegida, como raza, religión, etnicidad, origen nacional, orientación sexual, género, identidad de género, discapacidad u otros estatus“— son considerados en la práctica como delitos comunes o crímenes pasionales.
La definición proviene de la Organización para la Seguridad y Cooperación de Europa (OSCE) y la Oficina para Instituciones Democráticas y Derechos Humanos (ODIHR) en su documento Hate Crimen Laws: A Practical Guide. El crimen de odio se debe diferenciar del discurso de odio, porque no son lo mismo. Mientras el discurso pretende incitar a la violencia, el crimen lo hace explícito.
El Ejecutivo, en vista de esta problemática que no afecta solo al Perú sino también a países desarrollados como Estados Unidos, presentó un Decreto Legislativo —1323— que buscaba endurecer las penas para este tipo de conductas, que ponen en peligro sobre todo a la comunidad LGBT del Perú.
Una la ley contra crímenes de odio pretendía endurecer las penas. Es decir, si una persona mata a otra basado en su religión, se le aplicaría la pena por asesinato más un agravante por crimen de odio. Sin embargo, ya sabemos que fue derogado.
[Fernando Zavala: Ejecutivo enviará nuevo proyecto contra crímenes de odio]
Para entender este problema es necesario saber de qué estamos hablando cuando nos referimos a ‘crímenes de odio’. Importantes organizaciones como la Unesco aún lo consideran materia de estudio y, hasta el momento, no existe una única definición al respecto, aunque todas apuntan prácticamente a lo mismo.
Por ejemplo, en el acta de Congreso de Estados Unidos, ‘Violent Crime Control and Law Enforcement Act’ se define así:
“Crimen en el que el acusado selecciona una víctima intencionalmente, o en el caso de un crimen contra la propiedad, la propiedad que es objeto del crimen, por causa de la raza, color, religión, origen nacional, etnia, género, discapacidad u orientación sexual, percibida o actual, de cualquier persona”.
El término surgió en 1985, en Estados Unidos, cuando una oleada de crímenes basados en prejuicios raciales, étnicos y nacionalistas fueron investigados por el Federal Bureau of Investigation (FBI).
Según señala un documento del Centro de Justicia y el Derecho Internacional (Cejil), ‘Crímenes de odio como concepto de trabajo’, este término fue posteriormente utilizado por los medios de comunicación por su impacto en los titulares, pero al mismo tiempo abrió una nueva linea de investigación académica.
El FBI, según consigna el mismo documento, sostiene que un crimen de odio, “también conocido como crimen por prejuicio, es una ofensa criminal cometida contra una persona, propiedad o comunidad, la cual es motivada, completa o parcialmente, por el prejuicio del infractor en contra de una raza, religión, discapacidad, orientación sexual, etnia o origen nacional”.
Según la Liga Antidifamación (o ADL, en inglés), una organización estadounidense cuyo principal objetivo es luchar contra el antisemitismo, “los crímenes de odio son preocupantemente comunes”.
De hecho, señalan que con los datos más recientes del FBI, hubo casi un crimen por odio en el país cada hora de cada día en el 2007, y un total de más de 7,600 incidentes reportados motivados por prejuicios.
Prueba de que este concepto sigue vigente hasta el día de hoy es que la ONU recientemente le solicitó al país norteamericano que investigue a fondo los reciente ataques y amenazas racistas contra minorías, bajo la presidencia de Donald Trump.
Sin ir más lejos, en el Perú, según la ONG Promsex, solo en 2016 se han registrado ocho crímenes de odio, además de 43 agresiones y 23 actos discriminatorios. El congresista Alberto de Belaunde declaró a este diario que más de 100 peruanos y peruanas han sido asesinados por su orientación sexual.
¿Es necesario una ley contra los crímenes de odio?
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Alberto de Belaunde: 'Se ha retrocedido en el principal avance que había conseguido la comunidad LGTB' https://t.co/lmaM1csiZx pic.twitter.com/qCCRQHFysY
— Diario Perú21 (@peru21noticias) 5 de mayo de 2017
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