La facilidad con la que un adolescente puede obtener una pistola o un revólver es una realidad que ya ha desencadenado varios asesinatos en la capital. En lo que va del año, solo en el Callao, 20 menores de 15 y 16 años han sido retenidos con este tipo de armas de fuego.
Todos ellos fueron denunciados por la Policía solo como infractores de la ley, por lo que la mayoría regresó a las calles a cumplir supuestas medidas socioeducativas.
“El juez puede ordenar para ellos libertad vigilada, libertad asistida o internamiento en un albergue. La máxima sanción es seis años en un centro de rehabilitación”, explicó el penalista Roberto Miranda.
Como es público, el Callao ha sido considerado la cuna de menores sicarios. Al respecto, el general Miguel Basilio, jefe de la Policía del primer puerto, dijo que son diferentes los factores por los que los menores recurren o terminan en el mundo delincuencial.
“El punto principal es el desarraigo familiar en el que los niños crecen: hogares con padres separados o sin normas ni valores. A ello se suma que alguno de los progenitores presenta problemas de adicción al alcohol o a las drogas, o –lo que es peor– se dedica a la venta de estupefacientes”, refirió.
Manifestó que “si el niño crece en un hogar donde su abuelo, su padre o madre vende droga, roba, mata, este menor lo asume como algo normal. Al llegar a la edad de la adolescencia, seguirá el mismo camino”.
El general Miguel Basilio señaló que en el Callao los enfrentamientos entre adolescentes comenzaron por la rivalidad de barrios. Actualmente se evalúa un proyecto de ley –presentado por el Poder Judicial– para que se reduzca la edad de inimputabilidad de 18 a 16 años.
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