El padre de Sheila Alvarado es de Huánuco; su madre, de Ica. Ella nació en Lima, y creció comiendo ensalada de pallares y oyendo huaynos. Estudió en el Belén, un colegio de monjas, casi un claustro donde se educaba a las limeñas del futuro.
¿Sus maestras imaginaron que estas serían como Sheila? Lo dudamos. Y no porque Sheila Alvarado –artista gráfica creadora de ‘Limeña Girl’, una ‘pin-up’ que se ha convertido en emblema de la feminidad capitalina contemporánea– sea un mal ejemplo, todo lo contrario, sino porque representa las características que el conservadurismo no tolera: libertad e independencia.
Sheila es inteligente y vive sola, Sheila es sensual y tiene novio, Sheila es poeta y no quiere casarse, Sheila es artista y no quiere tener hijos.
“Sí, siento que represento a la limeña de hoy: alguien que, por su origen, conoce el Perú y sus provincias, pero también el mundo. Me gusta viajar dentro y fuera del país, escucho Los Cuervos de Rioja, me gusta el jazz, voy a las descargas salseras y grito en un concierto de Metallica. Me gustan los huariques de Surquillo y el Callao, y puedo sentirme natural en (el restaurante cinco tenedores) Central. Soy peruana y cosmopolita, nada me resulta ajeno. Y sí, esta capacidad de apertura es otra de las características de las limeñas de hoy”, nos dice, mientras se pone un sombrero cusqueño y unos zapatos de diseñador.
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