“Cuando mi enamorado me dijo que iría a estudiar una maestría en otro país, pensé que no había futuro para nosotros”, cuenta María del Pilar (30). “Por temor a perderlo, decidí acompañarlo. Dejé mi trabajo, mi familia, mi gatito, todo porque creía que podría encontrar otro con facilidad. La idea de vivir una aventura así me emocionaba, debo admitirlo. Nos fuimos, y, al cabo de tres meses, terminamos por problemas que no tenían arreglo. O sea, una infidelidad por parte de él. Tuve que volver al Perú”.
“Dejé mi empleo porque una compañera de trabajo no le caía a mi esposa”, revela Elías (43). “Trabajaba en una buena empresa, estaba a punto de ser ascendido, pero a mi esposa se le metió en la cabeza que una compañera mía quería estar conmigo. De hecho, imaginaba que yo tenía una aventura con ella. Para demostrarle que estaba equivocada, me dijo que renunciara. La amaba, así que lo hice. Gran error, porque nos divorciamos al año siguiente”.
“Jamás recomendaría a alguien que deje todo por amor”, sentencia Karina (27). “Lo hice y no me fue bien. Dejé muchas oportunidades por una persona que, simplemente, no me valoró. A menos que estés locamente enamorada y no pienses en nada más, no hay razón para sacrificarse de esa manera”, agrega.
TODO DEPENDE
Que una persona abandone sus cosas con tal de seguir con el ser amado es una situación que debe ser evaluada de manera individual. Según la psicoterapeuta Lucy Ibáñez, la decisión está en función de los valores y prioridades de cada persona. “Muchas parejas dejan todo en el momento del amor romántico, pero no reflexionan ni evalúan conscientes si eso será valioso a largo plazo. Esto, más adelante, hará que sientan que tomaron una decisión impulsiva o incorrecta”, afirma la especialista.
Asimismo, hay personas que creen que la felicidad en pareja, vista a largo plazo, es más valiosa que un buen trabajo. “Es una posición válida. Si alguien piensa de esta manera y deja todo por estar junto al ser amado, será congruente con sus deseos”, apunta Ibáñez. La idea es estar seguros, racional y emocionalmente, de que es una decisión que tiene riesgos, en lugar de pensar ilusamente que al dejar todo por amor se apuesta a ganador. Ser realista no significa amar sin entrega total. El amor con alas pero sin tren de aterrizaje está destinado a hacer daño.
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.