Decidimos confiar en Sedapal y creer que el agua que lleva hasta nuestras casas es sana y debidamente potabilizada. Sin embargo, quisimos saber –si como lo dictan las normas– esta no tiene color, olor y sabor.
Desde nuestra cotidiana experiencia, sabíamos que no era del todo cierto, que las aguas de Lima si bien se ven igual, huelen y saben distinto. Pero como no somos expertos en olores y sabores, fuimos en busca de una experta en esas lides.
Así convocamos a la sommelier argentina Claudia Eraso, quien escribe la columna de vinos en Perú21. Luego recogimos muestras de diferentes zonas de la ciudad: el Centro de Lima, La Victoria, Miraflores y el Callao. He aquí los resultados.
AGUA QUE SÍ HAS DE BEBER
Claudia Eraso nos da las primera luces sobre cómo debe ser una buena agua potable: “El agua para el consumo humano debe ser limpia, incolora, inodora e insípida. Eso sí, algunas aguas son más minerales, otra vez más ácidas, otras más duras”.
Los minerales vienen de la propia composición del agua –recordemos, para empezar, su fórmula química: H2O–, de su origen; la acidez, de las sales que lleva consigo; y la dureza, del peso que tiene en boca. Créanos, hay unas aguas más ligeras que otras.
Con estos principios básicos bien aprendidos, empezamos nuestro análisis sensorial. Como siempre, primero se analiza lo bebido en vista, luego en nariz y para cerrar, en boca.
“El agua del Centro Lima es incolora, brillante, neutra”. En vista, el agua que Sedapal les lleva a los vecinos del Centro pasó la prueba. ¿Y qué tal en boca? “En nariz y boca tiene sabor a caño, lo que no es bueno. Esto quizá porque las tuberías por donde circula y los tanques donde se almacena tienen diferentes sabores, olores, y estos se transiten al líquido”.
Bueno, las tuberías y tanques por donde circula el agua del Centro de Lima presentan olores que distorsionan su sabor, que, al final, no resulta del todo agradable. Luego catamos el agua de La Victoria. En vista no presentaba mayores problemas.
Pero en nariz y boca la cosa no fue igual. “El agua de La Victoria presenta un fuerte olor a cloro y esto también se nota en boca”. Esto nos demuestra que, en la potabilización del agua que hace Sedapal, hay un exceso de Cloro.
El agua de Miraflores presentó “un color limpio, sin partículas, pero también un olor y sabor a cloro. Además, la muestra está un poco caliente: cuando esto sucede, los olores a cloro se intensifican”, nos instruye Eraso.
El agua del Callao mostró burbujas al servir y un olor y un sabor a tutti frutti. Estos ‘defectos’ son externos y lo más probable es que la copa de la cata no haya estado bien lavada.
Para cerrar, nuestra sonmelier cató un agua de mesa envasada y mineralizada, de esas que uno compra en bodegas y supermercados. Si bien en vista era transparente, limpia y sin partículas, en boca resultó pesada, poco agradable. Como para tomar en cuenta.
CONCLUSIONES
El agua de Sedapal es incolora, pero tiene olor y sabor: huele y sabe demasiado a cloro, lo que no la hace agradable. ¿Cómo reducimos estas feas condiciones?, le preguntamos a Eraso.
“Hirviéndola”, nos respondió. “Este proceso no solo es preventivo, pues evita que las posibles impurezas de origen se mantengan; además, le quita al agua la fuerte carga de cloro con la que llega a nuestras casas”, añadió.
El agua de Lima es muy pesada, dura, golpea, cansa; no es ‘rica’, menos fácil de beber. Tiene una acidez marcada y los procesos químicos por los que pasa le quitan aquellas bondades que, en teoría, debe tener el agua sana: sin color, sin olor y aunque no tenga sabor, que refresque.
Por: Gonzalo Pajares Cruzado
Fotos: César Fajardo
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