Según Walter Benites, director médico de la Clínica Oftalmológica Oculaser, los microorganismos presentes en el agua de las piscinas facilitan el desarrollo de infecciones oculares en los niños, conjuntivitis, sobre todo, mal que se manifiesta mediante lagrimeo, irritación, picazón, entre otras molestias.
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Si bien las piscinas deberían estar debidamente desinfectadas, lo cierto es que elementos como el sudor, orina y otras secreciones corporales, así como restos de productos como bloqueadores o desodorantes, pueden hacer estéril el efecto del cloro.
Benites recomienda lavarse los ojos antes y después de bañarse en la piscina, usar gorro y, sobre todo, lentes acuáticos.
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