Patricia y Antonio son enamorados. Salen desde hace casi un año. Todo marchaba muy bien en los primeros ocho meses. Pero, desde hace varias semanas, ella siente que él la menosprecia.
Según cuenta Patricia, los problemas empezaron cuando ambos almorzaban en una pollería. De pronto, él sacó un billete y le preguntó si sabía quién era el personaje que aparecía en este. Luego, los ‘exámenes’ se hicieron más frecuentes.
Él, quien llevaba un curso de maestría, quería demostrar que sabía mucho más que Patricia, quien solo tenía grado de bachiller.
En cada salida, Antonio le preguntaba en tono burlón si sabía quién había sido Ricardo Palma y si conocía el nombre del ministro de Economía, entre otras cosas. Ella se empezaba a incomodar, pero no le decía nada. Al poco tiempo, ya no solo eran preguntas sobre personajes.
Él empezó a cuestionarle su trabajo. Decía que lo que había logrado no era “la gran cosa”, y cuando ella le contaba que su jefe la había felicitado por algún motivo, él le respondía que cualquier otro podía haber hecho lo mismo.
Esto no era lo único. Antonio trataba a Patricia como si fuera una tonta. Según él, ella nunca entendía nada de lo que le decía.
Con el pasar de los días, la violencia no solo era psicológica. Una noche estaban discutiendo y él, ofuscado, le tiró un puñete en la cara. Ella le pidió que se fuera de su casa y él le contestó llorando que había sido de casualidad, que jamás sería capaz de golpearla.
A pesar de eso, ella lo perdonó. Se le hacía muy difícil terminar esa relación, pese a que muchas veces le había costado lágrimas.
RECOMENDACIONES
¿Es común que las chicas encuentren sujetos tan conflictivos y agresivos como Antonio? Para la psicóloga Ximena Castro de Quantrill, directora del Centro de Promoción por la Vida, es frecuente hallar personas con estas características.
La especialista indica que, en este caso, ambos tienen problemas. Ella no se valora, le falta autoestima y tiene una necesidad de afecto. También, terror al abandono y, por ello, es cómplice de una relación sadomasoquista.
Este tipo de personas tienen la fantasía de que su pareja cambiará. Sin embargo, esto no ocurrirá por arte de magia. Tanto la víctima como el agresor requieren atención psicológica inmediata, refiere.
TENGA EN CUENTA
- La psicóloga Ximena Castro señala que es común que el agresor jure que va a poner de su parte para cambiar y dejar de maltratar a su pareja, pero dice que esto generalmente no ocurre.
- Recomienda que si después de hablar con él las agresiones continúan, lo mejor es ponerle fin a la relación.
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