Por: Hernán Migoya
El enfrentamiento entre dos sectores de la población peruana a raíz de la cacareada “ideología de género ” tomó un desagradable viso violento el pasado sábado con las virulentas declaraciones del conductor y polemista Phillip Butters , tiznando de odio y agresividad unas diferencias que con un debate sensato entre ambas partes quedarían solventadas: la tolerancia sexual no va en contra de la religión (al menos, de las religiones que divulgan la tolerancia como uno de sus principios) ni de unos valores éticos sólidos. Pero la ambición política de Butters le llevó a hacer virar interesadamente el asunto hacia la confrontación abierta y el papanatismo, pues este “patriota” sabe que fomentando los insultos y agresiones entre peruanos, el único que saldrá beneficiado es él… aunque de momento se haya ganado el despido de la radio que le albergaba. Ya volverá a otro medio.
Hace tiempo que Phillip Butters decidió que él se erigiría en vocero de una de las figuras más detestables que existen en el espectro poblacional de todas las sociedades y países: la del ignorante orgulloso de serlo y que tiene a gala ostentar su fanatismo, ya sea en forma de aversión a los países vecinos, belicosidad injustificada contra opiniones discrepantes, intolerancia al que es ─solo en apariencia─ distinto, etc. La xenofobia y el machismo decimonónicos son sus señas de identidad más visibles y suponen un retroceso transcendental en todos los avances sociales y de convivencia para un país moderno.
Macho que no respeta
Tras aliñar de odio en sus retransmisiones deportivas, por puro afán sensacionalista, cada encuentro con países que deberían considerarse hermanos, Butters descubrió que su demagogia era aplaudida con entusiasmo por muchos seguidores de razonamiento simple y sofismas absurdos a los que podría manipular a su antojo: así, el siguiente paso fue encarnar al líder de opinión de todas las personas que creen ese falso axioma de que el mundo siempre fue igual hasta que lo empezaron a cambiar últimamente unos chicos modernos a los que hay que acallar… como si el pacifismo, la fraternidad, la buena educación y la diversidad sexual no llevaran arraigados en este mundo desde mucho antes de que todos nosotros hubiéramos nacido.
Así, donde todos debemos esforzarnos por vivir cada día aprendiendo un poquito más del ejemplo de los demás, Butters propone que no: que hay que enorgullecerse de los prejuicios personales, del desprecio al diferente y de la discriminación sexual.
El retrato tipo del seguidor de Butters es ese típico hombre (también mujer) machista que pasa indefectiblemente por estas directrices:
-Sigue unos rígidos parámetros preestablecidos en su actitud hacia las personas según el sexo al que pertenezcan: cree, por tanto, que las mujeres deben hablar de un modo concreto, vestir de un modo concreto, comportarse de un modo concreto… y cualquier salvedad a estas reglas, lo desconcierta y enoja. Sobre todo si esa mujer, como es lógico, posee opiniones propias sobre cualquier aspecto de la vida ¡y se atreve a expresarlas!
-No entiende que el sexo supone solamente un rasgo más en la persona, y que no determina sus emociones, sentimientos y comportamiento. Y que todas las personas, sea cual sea su clasificación sexual, tienen derecho a vivir la vida como deseen y a redefinir su identidad las veces que deseen. Porque esas opciones y diferencias son las que proporcionan riqueza a la experiencia de vivir.
-Como el ex ministro Luis Solari, se ofende si la mujer que tiene delante decide en qué términos desea ser saludada por su interlocutor. También se ofende cuando la mujer toma sus propias decisiones en todos los ámbitos de su vida privada y pública y, sobre todo, cuando opta por una independencia tanto afectiva como profesional.
-Y, por supuesto, sostiene la falacia de que una mujer solo lo es al 100% si es madre, como si el valor de una vida humana estuviera supeditada a su capacidad procreadora.
En el fondo, detrás de todo esto lo que subyace es un pánico cerval a la libertad de las mujeres y a que estas no necesiten nunca más a los hombres, sin comprender que en el mundo moderno los modelos familiares se están ampliando y que, gracias a ello, todas las familias basadas en el amor y el respeto entre sí son posibles.
Un atentado contra la libertad
Lo peor de Butters no es que opine con tamaña insensibilidad hacia los derechos ajenos, atropellándolos con impunidad: lo peor es que se nota que lo hace CALCULADAMENTE para manipular a un sector de la sociedad. Estoy seguro de que en persona le importan muy poco la homosexualidad o los chilenos. Es solamente una estrategia para trepar hacia el poder, y para obtenerlo está dispuesto a insultar, denigrar, humillar y llenar de estiércol a todos sus compatriotas.
Butters no es un demócrata: la democracia real no se basa exclusivamente en la aceptación consensuada de que “gana el que más votos recibe”; la verdadera democracia, la que le confiere su valor auténtico, se basa en el respeto a las minorías y a quienes opinan distinto, sean uno o un millón; y donde el debate para mejorar la sociedad se plantee en igualdad de consideración hacia el prójimo. De otro modo, solo se disfraza de juego democrático un concepto fascista que propone la cosificación y menosprecio del ciudadano que disiente, con el único fin de justificar su exterminio.
Eso sí, dentro de la elementalidad de su discurso social, lo que no deja de asombrarnos a todos es que a Phillip Butters le parezca bien que los ciudadanos practiquen la zoofilia con perros y gatos: “Yo de cucufato no tengo nada. Si alguien quiere tener sexo con un perro o un gato, que lo tenga, a mí no me importa, a puerta cerrada”.
Ningún buen cristiano puede pensar así.
Datos:
Según la Policía Nacional, casi 70.000 personas marcharon en todo el país bajo el lema “Con mis hijos no te metas”, 25.000 de ellas en Lima. Se trata, sin duda, de una cifra importante.
Marcos Rodríguez, asistente de producción televisiva, amigo de Phillip Butters y autor del libro Diario de una pasiva, ha hecho público su repudio a Butters en Facebook: “Todo lo que él ha conseguido no lo hacen un buen ser humano”.
Tras la retirada de varios auspiciadores (las marcas Ensure, Entel, Passarela Perú y Artesco) del programa de Phillip Butters en Radio Capital ante su reiterada homofobia, la emisora del Grupo RPP decidió despedirlo ayer por comprometer la imagen del medio.
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