Intentar enseñar a un niño de nueve años, por primera vez, el valor de ser ordenado puede ser una ardua y hasta frustrante labor. Lo cierto es que el aprendizaje de los hábitos de aseo, alimentación, juego, sueño, entre otros, debe empezar de manera temprana. “La formación de hábitos se inicia a partir del primer año de vida”, afirma la psicóloga clínica Martha Leiva.
PROCESO CLAVE
Saber planificar y distribuir el tiempo, desde pequeños, es importante para el desarrollo. El hecho de aprender que todo tiene inicio y final posee consecuencias en el niño, en el futuro adolecente, en el futuro adulto. Un proceso simple como sacar los juguetes del armario, jugar un tiempo determinado y luego volverlos a guardar tiene una enseñanza detrás, una estructura, una secuencia lógica válida otros aspectos de la vida.
“¿Por qué hay niños y adolescentes que empiezan algo y no lo terminan? Quizás porque no les enseñaron a ser ordenados”, dice Leiva. La idea no es robotizarlos, como advierte la especialista, sino mostrarles rutas. “Los cerebros de los niños son musicales. Los padres deben enseñarles todo esto con cariño y paciencia”, precisa Leiva.
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