“Rodrigo es demasiado celoso. Casi no me dejar respirar”, cuenta Gladys, que lleva tres años de relación con el susodicho. “Si un colega del trabajo me llama para coordinar algo, frunce el ceño y me interroga. Si un amigo de la universidad me invita a un cumpleaños, me pone mil peros para que no vaya. No sé qué hacer”.
“Admito que al principio era distinto: los celos de mi enamorado me hacían sentir querida. Pero hoy es muy incómodo. Me siento un objeto, una propiedad privada como dice el vals”, dice Silvia acerca de Walter, su esposo. “Felipe, mi enamorado, debe ser el campeón de los celosos. Sus amigos han creado ‘memes’ para molestarlo”, comenta Judith.
Estos testimonios no deberían resultar extraños para los lectores. ¿Quién no conoce a una pareja que enfrente problemas de celos? De hecho, uno mismo podría ser protagonista de un escenario así. Las quejas de Gladys, Silvia y Judith son válidas y, obviamente, dignas de atender.
Lo que ellas no saben es que, además de los celos, el factor común entre Rodrigo, Walter y Felipe es el siguiente: estos varones saben que son celosos y quieren cambiar. “No están a gusto con mis actitudes, sé que hago daño”, confiesa Rodrigo. “El problema es que no puedo evitarlo”, revela Walter. “Me he vuelto un personaje, una caricatura. Amo a mi pareja, pero mis celos la van a alejar”, afirma Felipe.
Momento de cambio
“Los celos son una emoción normal que experimentamos todos los seres humanos. Será buena o mala dependiendo de su intensidad y frecuencia”, explica la psicoterapeuta Lucy Ibáñez. “Manifestar un poco de celos puede demostrar a la pareja que no queremos perderla y que es importante para nosotros, pero celos muy intensos llevan a las discusiones, agresiones y rupturas, pues se demuestra inseguridad e insatisfacción”, agrega la especialista.
Hay solución, según Ibáñez. Se puede trabajar para reducir o regular los impulsos de este tipo. Primero, hay que explorarse e identificar las causas de esta actitud. “Si la persona descubre que tiene miedo de perder al ser amado, debe preguntarse si es una preocupación real o solo una fantasía. ¿Qué sería lo peor que podría pasar? ¿A qué le teme?
Segundo, resulta clave manejar las emociones. Es complicado, pero la consigna es reflexionar antes de actuar. Morderse la lengua. Finalmente, hay que saber comunicar los celos. En lugar de explotar con actitudes nocivas, es mejor contar lo que se siente. Compartir miedos y preocupaciones. “Al hablar sobre el tema, muchos se dan cuenta de que la amenaza no tenía la magnitud que pensaban”, dice Ibáñez.
DATOS
- Eliminar totalmente los celos es una tarea poco probable, ya que es una emoción normal que todos experimentamos como humanos.
- Los celos son un arma inútil para cultivar el amor. El celoso, en su intento de conservar a la pareja, dinamita los cimientos de la relación. Destruye la confianza.
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