“El secreto radica en brindarse cariño”, cuenta Mirtha (51), contadora que lleva 23 años de casada. “El amor no es abstracto, es físico. No hablo solo del sexo, ojo, sino de los abrazos, las caricias, los besos. Una relación sentimental no durará mucho si no hay esos ingredientes. Hay que tocarse”.
Lo que dice Mirtha tiene aval científico. Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad Stony Brook (Estados Unidos), el contacto físico es uno de los principales elementos que influyen en la duración de una relación de pareja.
La investigación halló ese factor común en buena parte de las 274 parejas que formaron parte del estudio. Estas personas, por cierto, estaban casadas por más de diez años.
“El afecto físico es tan poderoso que, a pesar de que una relación no funcione a la perfección (¿qué relación lo hace?), puede ayudar a sobrellevar lo negativo”, escribió la especialista Emma Seppala en un artículo de Scientific American publicado hace dos años. Es decir, no basta decir ‘te amo’: hay que demostrarlo.
El valor del respeto
“Otra clave, creo, es el respeto. Muchas parejas se separan porque en algún punto se dejan de admirar, de valorar, de sentir que son afortunados por tenerse uno al otro. Ese desencanto es difícil de superar”, cuenta Manuel (40), que está a punto de casarse tras nueve años de noviazgo.
“Todas las relaciones pasan por momentos difíciles, pero, cuando la persona amada hace algo que te decepciona, empiezas a verla con otros ojos. De pronto, hallas defectos. Te parece que todo hace mal y hasta te preguntas qué haces con esa persona”, afirma Cristina (41), que lleva cuatro años con su enamorado.
De acuerdo con Seppala, una forma de respetar es preocuparse por la autoestima de la persona amada. Una manera de hacerlo es enfocarse en sus virtudes o, mejor dicho, no olvidarse de estas.
“Suele pasar que, con los años, las virtudes de tu pareja que te enamoraron se tornan normales para ti. Eso puede ser peligroso”, anota Solange (34), casada desde hace siete años.
“No hay que olvidar la comunicación”, cuenta Marcial (45). “Si no hablas con tu pareja, estás frito. Hay que dialogar, compartir, discutir. También agregaría dos cosas más que se derivan de una buena comunicación: complicidad y humor”.
Cuestión de química
El aspecto técnico detrás de esto se encuentra en la neurociencia. Según la antropóloga Helen Fisher, las relaciones a largo plazo se basan en la oxitocina, la llamada “hormona del apego”. La estimulación de la oxitocina depende de los tres grandes aspectos mencionados: el afecto físico, el respeto y la comunicación. Son claves para vivir una relación no solo extensa, sino también de calidad.
Según el estudio de la Universidad Stony Brook, el 40% de las parejas encuestadas se sentían “enamoradas de modo muy intenso”. Otro estudio de la misma institución identificó, en 2013, dos zonas cerebrales que intervienen a la hora de amar:
- La cola del núcleo caudado: encargada de la respuesta emocional ante estímulos de belleza
- La corteza orbitofrontal: reguladora de la actitud crítica hacia el ser amado
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