Los frenos, la transmisión y la dirección necesitan de fluidos para funcionar. Los niveles y el estado de cada uno de estos son monitoreados de forma rutinaria en cada mantenimiento preventivo. No contar con los niveles adecuados puede producir graves daños o provocar accidentes.
Líquido de frenos
La importancia de este fluido radica en que es necesario para generar presión hidráulica y activar los frenos. Debido a ello está siempre sometido a una gran presión y altas temperaturas, que hacen que se degrade con el tiempo y disminuya su efectividad.
La revisión se debe realizar de forma constante y el cambio cada dos años. Este proceso se debe llevar a cabo en un taller que ofrezca garantía, ya que hay que purgar con mucho cuidado el aire que puede haber quedado en el sistema.
Otros fluidos de importancia
Otro líquido fundamental es el refrigerante. Este trabaja con el radiador, la bomba de agua y el ventilador para disipar el calor que produce el motor cuando está en funcionamiento, manteniéndolo a una temperatura ideal. Lo aconsejable es cambiarlo cada dos años.
El aceite de transmisión ayuda a enfriar, lubricar y sellar las partes internas del sistema de suspensión. Las altas temperaturas hacen que pierda sus propiedades. El cambio se debe hacer cada 50 mil kilómetros.
Por último, el líquido de la dirección es el que permite que el conductor pueda girar el volante con mayor facilidad. No contar con el nivel adecuado puede provocar que este se endurezca. Su cambio depende del uso, aunque se recomienda hacerlo cada dos años.
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