Claudia Eraso, Sommelier de Orient Express
Además de los costosos Champagne, existen otras maravillosas bebidas que son elaboradas con la misma técnica minuciosa y romántica –o con otras similares– pero que dan un resultado extraordinario.
La primera que destaco es el Cava. Es una bebida con burbujas creadas dentro de la botella, un lujo total. Si bien la denominación de origen es reconocida desde 1972, en 1880 comenzó a elaborarse en el Penedés, luego de que la filoxera arrasara con las cepas típicas de la zona de Champagne.
Por su relación calidad-precio es imbatible. Dentro de las mejores marcas están el Raventos i Blanc –el champagne de las cavas–, Clos Amador –modesto y cumplidor– y Parxet que, con solo un año en Perú, no para de conmover paladares.
Los viticultores italianos han encontrado diversas formas de llenar las copas de estrellas, entre ellas el Asti y el Prosecco, que es elaborado a partir del segundo método más utilizado, el Charmat, donde la burbuja se obtiene en tanques y no en la misma botella, esto le confiere una burbuja más grande pero igual de rica.
Se produce a partir de una sola uva, Glera, y, a diferencia de otros espumantes, es seco. Recomendados el Zonin y el Micel Millesimato. Otro que adoro recomendar –pero que no es tan barato– es el Guia, de Foss Marai, que seduce desde la vista.
El Asti es un espumante juvenil, desestructurado y frutal, hecho con la uva Moscato Bianco. Puede ser poco o intensamente dulce; además, posee una graduación alcohólica menor. Es ideal para las noches de rumba y permite ponerle hielo. ¿Por qué no?
Otra versión bien recibida aquí es la de los espumantes argentinos, con una gama extensa en estilos y precios. Chandon ha cautivado el mercado, pero también se consigue a buen precio el Las Moras Viognier-Syrah (S/. 35) y el refinado Boheme, de Luigi Bosca.
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