Lo que vas a ver a continuación es lo que le pasó a Ruby Chen cuando fue a una tienda de Starbucks en Broadway (Nueva York) y se topó con una trabajadora que definitivamente tiene problemas para controlar su ira:
¿Por qué tantos gritos? Bueno, para entender qué pasó lo mejor es leer el testimonio de Ruby que escribió en el Facebook oficial de la cadena Starbucks.
Esto fue lo que ocurrió: el 12 de mayo Ruby fue a pedir un frapuccino con un sorbete especial, hecho de galleta y que es comestible (una novedosa forma de meterle más calorías a tu bebida) y fue Melissa, quien se presentó como manager de la tienda, quien la atendió.
“No escuché a su compañero cuando me preguntó mi nombre para ponerlo en el vaso al principio porque estaba abriendo mi aplicación de recompensas en el celular para pagar”, cuenta Ruby.
“Melissa empezó a gritarme con muy mala actitud. Lo único que le dije fue “lo siento por no escucharte, pero no tienes que gritar”. Hasta ahora no sé que dije para molestarla tanto”, añade.
Después de eso es que empiezan los gritos que puedes ver en el video. No quiso recibirle el pago, le dijo que se largue y no vuelva más y luego la acusó de estar robándose la cañita que había cogido antes de que todo empiece).
Starbucks ya se disculpó, le dieron un vale de 100$ a Ruby y ya despidieron a Melissa. Lo curioso es que esto poco tiempo después de que la cadena de café se metiera en otro problema: #RaceTogether.
Al CEO de Starbucks Howard Schultz se le ocurrió pedirle a todos sus trabajadores que escribieran la frase “Race Together” en los vasos de café para “facilitar una conversación con sus clientes y los trabajadores” cosa que, si alguien pregunta, puedes tener una discusión sobre los problemas que tiene Estados Unidos sobre el racismo.
No solo es una muy mala idea tener una conversación como esta en una cola llena de personas que necesitan una dosis de cafeína, sino que también muchos trabajadores se están negando a tener esta “conversación” porque no es nada cómoda:
La iniciativa fue recibida de manera tan negativa que uno de los ejecutivos de comunicaciones de la compañía tuvo que cerrar su cuenta de Twitter.
Lo cierto es que varios clientes han aprovechado la publicación de Ruby Chen para contar que también han sido víctimas de maltrato o han sido testigos de este. Quizás ese debería ser el principal cambio de Starbucks, antes de querer obligar a sus clientes a tener una resumida y apresurada discusión sobre racismo.
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