La encuesta de Pulso Perú sobre segmentación ideológica nos revela que la gente empieza a buscar orden sobre otros intereses políticos, económicos y sociales. Los números son incuestionables: en 2014, el 58.1% se consideraba de centro, mientras que en 2017 este porcentaje se había reducido a 36.4%. En el caso de las inclinaciones autoritarias, sucede lo inverso. En 2014, el 31.4% de la ciudadanía se consideraba autoritaria, pero en 2017 se incrementa a 45.8%.
¿Qué significan semejantes resultados? Que ante el deterioro de los servicios estatales, sobre todo en seguridad ciudadana y la perpetuación de la informalidad, la gente comienza a buscar fórmulas a favor del orden que pueden ser peligrosas para la continuidad de las libertades políticas y económicas en el Perú. Los pequeños avances de los sectores que se consideran liberal, conservador y progresista nos señala que las cosas van en ese sentido.
El hecho de que los resultados de las pasadas elecciones nacionales no signifiquen un acuerdo de gobernabilidad entre el Ejecutivo y la mayoría legislativa del Congreso no solo afecta las posibilidades de la actual administración nacional, sino que desata tendencias en la ciudadanía que dibujan más de una interrogante sobre el futuro de la democracia.
Cuando la búsqueda del orden se impone sobre otras demandas sociales, de una u otra manera, una sociedad ingresa a una etapa en que las necesarias discusiones alrededor del modelo económico o la reforma política se subordinan al orden. En este contexto, los proyectos autoritarios pueden tener apellidos de izquierda o de derecha.
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