La reciente encuesta de Pulso Perú para Perú21 indica que la gestión del presidente Pedro Pablo Kuczynski tiene solo 32% de aprobación. Es la constatación de una tendencia inaugurada en 2001 por el ex mandatario Alejandro Toledo.
Se trata de un paulatino y sostenido desgaste de los jefes de Estado, que inician su gestión con una considerable aprobación, para luego enfrentar un severo descrédito. Al final de sus mandatos, se aprecia un leve repunte, aunque nunca llegando al nivel auspicioso del principio. Las formas irregulares de “U” trunca se suceden, dibujando una suerte de cardiograma de la popularidad presidencial. Las pulsaciones de la opinión pública se repiten casi uniformemente.
Toledo, más abajo
Aunque se suele recordar solo sus anémicos índices de popularidad, Toledo empezó su presidencia con un nada despreciable 59%. El rápido deterioro que alcanzó su gestión durante su primer año, en cambio, es más recordado. Prontamente, se llegaron a cifras de un dígito.
El punto más bajo se dio a mediados de 2004, cuando solo el 6% de los encuestados respaldaban la gestión de Toledo (puntaje similar al que hoy sostiene a Michel Temer en Brasil). Es la cifra de aprobación presidencial más baja desde 2001 y la menor desde que se realizan este tipo de mediciones en el país.
Sorprendentemente, y gracias a la labor de sus operadores, Toledo pudo culminar su gestión y hasta experimentar un ligero repunte al final de su mandato.
La desaprobación llega sola
Se pensaba que el mayor oficio político y el hecho de contar con un partido y una sólida y recorrida bancada parlamentaria le brindarían a Alan García mejores índices de simpatías. Si bien García empezó su mandato con 63% de aprobación, al concluir su primer año se acercaba al 30%.
Caería aún más. Al iniciar su tercer año, García tuvo su aprobación más baja (19%). Al igual que su predecesor, tuvo un repunte en los últimos meses de gobierno hasta llegar a 42% en julio de 2011. A diferencia de Toledo, García tuvo una gestión con menores sobresaltos.
La gran ilusión
Ollanta Humala, en cambio, no experimentó el rápido deterioro de sus predecesores. Durante el primer año se mantuvo, en promedio, por encima del 50%, lo que pudo significar un mayor margen de acción, que no supo aprovechar para consolidar su capital político.
Recién a mediados del segundo año de mandato se inició su desgaste, coronado por un creciente aislamiento que lo separaba aún de sus antiguos cercanos colaboradores. A inicios de su quinto año, se dio su punto más bajo en la aprobación (13%). A diferencia de García y Toledo, Humala no tuvo un repunte importante y solo llegó el 25% de aprobación en julio de 2016.
Sufre sufre, PPK
Visto en perspectiva comparada, Kuczynski reproduce el deterioro de sus predecesores. Queda por ver si su caída continuará o si, por el contrario, el optimismo que intenta desplegar el presidente le dará algunos réditos.
La creciente intranquilidad social no representada por la formalidad política hace creer que el deterioro continuará. Pero Pedro Pablo Kuczynski ha mostrado en el pasado ser un hombre afortunado. La carencia de virtud en su entorno hace que solo en el azar puedan reposar las esperanzas.
Cifras
- 6% es el porcentaje más bajo de aprobación presidencial desde 2001. Lo tuvo Alejandro Toledo, en junio de 2004.
- 25% fue la aprobación de Ollanta Humala el último mes que gobernó el país, julio de 2016.
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