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José Antonio García Belaunde: “Se manejó descuidadamente caso de espionaje”

“Siento indignación porque países amigos que construyen un futuro común no deberían verse involucrados en estos actos”, sostiene.

Jose Antonio García Belaunde fue canciller durante los 5 años del régimen aprista. (Roberto Cáceres)
Jose Antonio García Belaunde fue canciller durante los 5 años del régimen aprista. (Roberto Cáceres)

Aunque alejado del quehacer político, el ex canciller José Antonio García Belaunde analiza en esta entrevista el reciente caso de espionaje por parte de Chile a partir de su experiencia con un episodio similar en 2009.

[Congreso aún no investiga denuncia de espionaje]

Distintas coyunturas, distintos personajes y también distinto manejo político de las situaciones. Sobre eso y más dijo lo siguiente.

¿Qué sensación le ha dejado la denuncia de espionaje por parte de Chile a Perú?
Es una suma de sentimientos. Indignación, porque creo que países amigos que construyen un futuro común no deberían verse involucrados en estos actos; un sentimiento de pena muy grande al pensar que compatriotas de uno son venales ante una potencia extranjera; y una sensación de desconcierto por la manera en que se ha manejado el tema. La verdad, una sensación de que faltó más prolijidad en el manejo y una esperanza de que esto se supere, que haya las aclaraciones debidas y podamos retomar los proyectos comunes que tenemos y que hacen la relación bilateral muy rica, pero que también hacen a proyectos conjuntos como la Alianza del Pacífico.

El canciller chileno ha dicho que harán un análisis sereno de la nota de protesta de la Cancillería y que no hay fecha para dar una respuesta.
Eso no me parece mal porque supongo que significa que van a reflexionar, a hacer las averiguaciones del caso antes de decir algo. Más peligroso hubiera sido que dieran una respuesta precipitada y negacionista.

El pronunciamiento inicial de Chile ha sido que no acepta ni promueve el espionaje. ¿Esa afirmación le niega validez a nuestra denuncia?
Yo lo entendí como una afirmación de que la política de Estado no es ni aceptar ni hacer espionaje, lo cual no implica que –más allá de leyes, prerrogativas o competencias– haya algunas entidades del propio Estado haciendo lo que no deben hacer.

¿Confía en que haya una respuesta “constructiva”, como lo ha expresado nuestro canciller? En el caso del espía Víctor Ariza, puesto al descubierto en 2009, no hubo una respuesta concluyente del Gobierno Chileno.
Yo espero que sí. Creo que son dos momentos. En el caso de Ariza, el canciller chileno de entonces estaba promoviendo una tensión con el Perú por razones de campaña interna de Chile, y no quiso, desde el primer momento, aceptar siquiera que había este espionaje. Le voy a contar una anécdota: el canciller chileno pidió a su gente que averiguase si el presidente Alan García y yo ya teníamos comprados anteriormente los pasajes de regreso de Singapur a Lima porque, cuando esto (la denuncia) se dio, estábamos allá. El presidente dijo: “Nos volvemos inmediatamente a Lima”. El canciller chileno entendió que estábamos inventando eso y que los pasajes ya existían.

¿Fue difícil el manejo diplomático de esa situación?
Sí, fue difícil porque estaba en medio del proceso en La Haya, y en ese momento las autoridades chilenas habían insistido en que el acto de ir a la Corte había sido inamistoso. Por consiguiente, esta situación no hacía sino añadir un elemento de perturbación a la relación que habríamos querido que se mantuviese como siempre, pero que Chile había decidido que ello era inamistoso. Dicho sea de paso, de acuerdo al derecho internacional y a resoluciones de Naciones Unidas, ir a La Haya no es un gesto inamistoso, sino de buena voluntad, de optar por el Derecho para solucionar una discrepancia.

Usted aclaró, en ese momento, que no era una denuncia contra el país, sino contra personajes aislados.
En esos casos no puedo imaginar que el presidente de la República –o, como en este caso, la presidenta de la República o el canciller– pueda estar involucrado en una orden: ‘Vayan y espíen al Perú’. La verdad es que no lo concibo así. Creo que, probablemente, hay un exceso de celo e interés de ganar una palmadita, una misión, una foja de servicios de algunos funcionarios.

Analizando cómo se ha manejado el tema desde distintos ámbitos, algunos sectores han criticado que la prensa dé a conocer el hecho y alegan que esto ha dificultado avanzar con las indagaciones.
Creo que esa es una falacia. En el momento que están procesados ya en un tribunal se supone que está toda la información. Lo que puede aparecer en el tribunal son algunos detalles más, pero, si esta gente ha sido llevada al tribunal, es porque la acusación es seria y está fundamentada, en primer lugar. En segundo lugar, en el momento en que cualquiera de ellos era detenido y puesto a disposición de la justicia, evidentemente el resto de la red, si es que existiera, se puso a buen recaudo. No es porque la prensa, varios meses después de iniciado el juicio, dice “ah, acá hay un juicio de espionaje”, la red se vuelve invisible. No.

La alerta ya estaba lanzada y eso no lo hizo la prensa.
Así es. Esa es una acusación mal hecha que no resiste análisis. Creo que ha habido una utilización mediática del tema. Eso todos lo reconocen, pero sí creo que, en términos de lo que es la relación Perú-Chile, el manejo ha sido correcto y apropiado.

A nivel diplomático, el canciller del Perú, Gonzalo Gutiérrez, fue muy prudente y cauto en sus apreciaciones, y se tomó su tiempo para la declaración pública; no ha sido confrontacional.
Exactamente, ha sido firme, como correspondía. Se ha tomado su tiempo y ha esperado a estar en control de toda la información para actuar con la firmeza que uno esperaba en estos momentos.

Hablando del fuero militar, ¿no fue un error que permita el acceso de periodistas a la diligencia y que hablen con los detenidos? En 2009, el suboficial de la FAP Ariza fue aislado.
Porque se supo desde el principio y no se escondió nada. Se dijo: “Acá hay un caso de espionaje y este es el señor”. Cuando vino el proceso judicial, este fue cerrado, como deben ser los procesos judiciales en estos casos.

¿Se ha manejado mal entonces este caso?
Perfectamente de acuerdo con usted, totalmente de acuerdo. Se manejó mal, muy desprolijamente, muy descuidadamente.

El ministro de Defensa, Pedro Cateriano, responsabilizó al gobierno anterior diciendo que este acto de espionaje se inició durante la gestión aprista. ¿Cómo lo tomó?
No, yo, la verdad, no comento lo que dice el ministro de Defensa.

Le ha dicho apristón. ¿Se siente ofendido?
He sido cinco años canciller del gobierno de Alan García. Que me juzguen por lo que hice en esos cinco años, no que me manden pullazos, que me juzguen. No me siento ofendido, no tengo nada de qué avergonzarme de mi gestión pública. Estoy orgulloso, más bien, de mi gestión pública.

Usted dijo que no tuvo que pedirle luz verde a nadie, salvo al presidente, para hacer lo que hizo, y Cateriano ha replicado: “Joselito, te responderé en su momento”.
Yo no hablo con él, no hablo con él ni hablo de él. No me interesa.

¿En esta situación, en que estamos a la espera de una respuesta a la nota de protesta de la Cancillería, se puede ver afectada la implementación del fallo de La Haya?
En lo que corresponde a responsabilidad de los (Poderes) Ejecutivos de Perú y Chile, eso ya está concluido. Lo único que falta es llevar el acta a Naciones Unidas, que ambos cancilleres habían acordado hacer conjuntamente, pero que no es necesario. Es un gesto, es decirle a Naciones Unidas “hemos ido a la Corte, la Corte ha fallado, este es el fallo y estamos de acuerdo, acá está para que lo registre”, pero no es indispensable. Lo puede hacer cada país independientemente. Lo que queda, entonces, son normas de tipo legislativo que requieren cambio de ley. Por ejemplo, en Chile hay varias normas que hacen referencia a que Chile tiene un mar presencial, que es ahí el famoso triángulo externo de 29 mil kilómetros cuadrados que la Corte reconoció que era nuestro, y no como decía Chile que era su mar presencial. Entonces, Chile tiene que modificar sus leyes que consagraban el mar presencial chileno. Por parte de nosotros, tenemos que consagrar una ley por la cual se establece que hay libertad de navegación y libertad para el establecimiento de cables submarinos, etc., de acuerdo a lo que dice la Corte. Son dos temas que están en el ámbito del Poder Legislativo, pero el fallo, en lo fundamental, está ejecutado.

Este caso no tendría, entonces, por qué perturbar lo poco que nos resta para implementar el fallo…
No, yo creo que puede demorar más, pero el fallo está cumplido. Eso es lo importante, que el fallo se está ejecutando.

¿Qué debemos esperar después del fallo?
Bueno, la seguridad de que todas nuestras fronteras están definidas ya, finalmente. El 2 de mayo de 1911 firmamos el Acuerdo de Límites Marítimos con Ecuador, el 27 de enero de 2014 la Corte Internacional de Justicia de La Haya fijó los límites marítimos de Perú con Chile. En ese sentido, tenemos todo nuestro dominio, nuestro espacio territorial, toda nuestra heredad claramente definida, y esa es una seguridad y una garantía que contribuye a la paz. En segundo lugar, creo que es un espacio donde se puede eventualmente hacer pesca. Hay ya algunos estudios previos, pero no olvidemos que hay mucha especie transzonal. Es posible que hoy día no estén en la zona algunas especies, pero dentro de tres o cuatro años sí. Entonces, tenemos un espacio que se abre a partir del puerto de Ilo de 200 millas donde el día de mañana vamos a poder explotar ciertas especies. ¿Cuáles? Yo no soy un especialista, pero tengo entendido que ya el Imarpe está haciendo sus investigaciones y ha identificado algunas.

Entonces los frutos…
Se verán a mediano plazo.

¿Cómo observa el manejo diplomático del Perú respecto a Venezuela? La Cancillería ha emitido un comunicado para pedir que la Unasur redoble esfuerzos en aras de restituir la paz social…
En el caso de Venezuela hay que ser muy claros en lo que pueden hacer unos y pueden hacer otros. Es evidente que el Gobierno Peruano está comprometido con los esfuerzos de la Unasur, de la que es parte, que les ha pedido a tres países que faciliten una negociación, que sean mediadores para facilitar un diálogo gobierno-oposición. Creo que tenemos que ser muy conscientes de que Venezuela ha dejado de ser una democracia como nos gustaría. Es una democracia que lo último que ha hecho es elegir dudosamente a Nicolás Maduro, dudosamente porque nadie puede certificar que fueron elecciones limpias en donde los espacios de libertad se han ido acortando y en donde, además, no hay capacidad de disidencia.

Porque hay una persecución a los opositores…
Porque cualquier disidente es inmediatamente acusado de golpista o de tratar, incluso, de asesinar al presidente de la República. Digamos que Venezuela es un caso de un autoritarismo en una crisis severa, producto de un manejo absolutamente irresponsable de la economía, y donde, a falta de condiciones económicas, se crea, como siempre ocurre en autoritarismos, la figura del enemigo común: imperialismo aliado a la oligarquía. Eso ya lo conocemos. ¿O no le parece familiar?, ¿no lo escuchamos acá también hace algunos años? Pero todo eso para consolidar el poder de una satrapía.

Algunos reclaman una posición más enérgica.
El Gobierno Peruano, creo, debe actuar dentro de los límites que le impone su pertenencia al soberanismo y, en este caso, actuar con la Unasur es importante. El Gobierno Peruano sí cometió un grave error, que fue traer a Nicolás Maduro a Lima para avalar un proceso electoral que nadie había observado. No hubo observadores en ese proceso. Sin embargo, Maduro vino a Lima y sacó de la Unasur, al amparo del Gobierno Peruano, una declaración de que estaba muy bien ese proceso electoral. ¿Cómo podía estar bien si nadie lo había verificado? ¿Cómo? Eso estuvo muy mal.

Ese aval se atribuye a la cercanía de Ollanta Humala al ya desaparecido Hugo Chávez…
No sé a qué se debe ese aval, pero la verdad es que fue un aval irresponsable. Uno no puede garantizar lo que no conoce. ¿Con qué autoridad (lo dice) la Unasur, que no había estado presente? No hubo condiciones para verificar el proceso electoral.

Y eso es lo que cuestionan diversos sectores que reclaman una postura más firme del Perú.
Es evidente que mucha gente prefería una posición más dura del gobierno y no sé si esa posición más dura del gobierno facilite las cosas. No sé si es más productivo un esfuerzo colectivo que lleve a una mesa de diálogo que asegure la gobernabilidad. Yo diría que deberíamos trabajar con la Unasur, pero no descartaría otras cosas. Por ejemplo, es muy inteligente lo hecho por los primeros ministros del Perú, que es dirigirse a la Cruz Roja Internacional y pedirle que intervenga para ver la condición de los presos políticos; realmente muy inspirada esa figura. Me parece que el Parlamento debe hacer algo, finalmente tiene libertad…

Viajaron delegaciones, pero el tema quedó ahí…
Pero el Parlamento no ha dicho esta boca es mía y tiene que decir algo, tiene una libertad que, en el caso del Poder Ejecutivo, por sus compromisos, su pertenencia, es menor. El Congreso podría hacer algo…

La posición del Perú en diversos niveles es muy tibia.
No sé si tibia. De repente podemos hablar de cierta indiferencia, y eso está mal. Yo creo que las condiciones de vida política en Venezuela se están deteriorando exagerada y rápidamente, y eso debe preocupar a todos los demócratas.

¿Cómo ve el manejo de la diplomacia peruana? Ahora está a cargo de un diplomático, pero antes no, y eso quizá nos llevó a cometer errores que en diplomacia cuestan mucho.
Bueno, yo no tengo nada que ver con este gobierno. Como sabe usted muy bien, estoy muy distante. ¿Soy apristón, no? Yo diría, francamente, que no ha habido grandes errores en la diplomacia de este gobierno, y quiero, además, rescatar el trabajo que hizo el canciller Rafael Roncagliolo para asegurar un post-Haya fácil y ayudar a crear condiciones para que el fallo sea aceptado bien, que no produzca crisis, irritaciones ni manifestaciones conflictivas. Creo que, en eso, el canciller Roncagliolo tuvo dos ideas: asegurar la continuidad del proceso con la misma gente, y creo que fue lo más sabio, y su iniciativa de crear condiciones para que el fallo fuera un proceso que no signifique ruptura, crisis, y lo hizo bastante bien. La verdad, no diría que hay grandes errores en el manejo de este gobierno, y tengo mucha confianza y mucha fe en una gestión del canciller Gutiérrez, a quien conozco bastante bien.

¿La incursión de políticos en una carrera que requiere especialización y que, muchos opinan, debería estar en manos de funcionarios de carrera, no perturba el trabajo?
No. Si quien la ejerce actúa con criterio, con buena fe y bien aconsejado, no tiene por qué ser malo. Yo fui canciller cinco años y puedo decir que los embajadores políticos –y hablaré del caso concreto de los Estados Unidos, que es la embajada más importante que tiene el Perú–, nuestros dos embajadores políticos, cumplieron una función extraordinaria. Estoy hablando de Felipe Ortiz de Zevallos y de Luis Valdivieso. No porque no sean diplomáticos no funcionaron; funcionaron muy bien.

¿No se requieren otras características adicionales?
No. Yo creo que se requiere trabajo, humildad para aprender lo que no se sabe, para saberse aconsejar, punto. Virtudes humanas, nada más.

¿Cómo se siente ahora, ya alejado del gobierno? Dejó el Ministerio de Relaciones Exteriores en 2011, pero se mantuvo activo como coagente ante La Haya. ¿Lo extraña?, ¿volvería al Ejecutivo?
Me siento muy bien. Tengo una actividad privada y académica muy interesante. Lamento que la actividad privada me está quitando un tiempo que yo pensaba dedicar a mis memorias de ministro, que tengo medio abandonadas. No extraño, creo que cumplí un ciclo. Como dije, no me avergüenzo, no me arrepiento, y espero que no suene a vanidad: me siento orgulloso de que pude trabajar bien, logramos cosas, y respecto al futuro, siempre me acuerdo de Cervantes cuando publicó la segunda parte del Quijote, que dice: “Nunca segundas partes fueron buenas…”. Es una advertencia que hay que tener siempre presente.

¿Y si lo tentaran nuevamente para un cargo?
No está en mi radar eso, nunca especulo. Una vez que se presentan las cosas, las pienso. Ahora tengo realmente muchas cosas entre manos.

Mantiene cercanía con el ex presidente García. Ahora que se habla de su postulación a la presidencia en 2016, ¿colaborará con él en materia de política de gobierno a nivel internacional?
Bueno, si me la piden, sí. Yo mantengo una relación muy cordial. El viernes pasado él me invitó al Día de la Fraternidad y fui con gusto. Sí, yo mantengo mi relación (con él) y con muchos de mis compañeros de gabinete, gente muy valiosa.

¿Las puertas para un retorno no están cerradas por completo entonces?
Todo a su tiempo. Cada día tiene su afán, dice el Eclesiastés.

Por: Patricia Quispe (pquispe@peru21.com)


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