En medio del megacaso de corrupción que tiene como protagonista a Odebrecht, y que involucra a ex funcionarios peruanos de alto nivel, la sentencia del Poder Judicial en torno al caso Comunicore es el peor mensaje para el país.
La impresión inmediata que se puede tener al respecto es que en el Perú reina la impunidad. No es posible que un caso que empezó hace siete años termine así, con los investigados absueltos porque los delitos prescribieron. Es claro que acá la culpa la tiene el tribunal.
La desidia y lentitud de los jueces ha permitido que, en todo este tiempo, los imputados generen una estrategia, en la que se incluyó al alcalde Luis Castañeda, que salió librado del caso.
Han hecho que el juicio demore todo el tiempo que sea posible para que finalmente los imputados queden libres.
Es cierto que todavía existe un proceso abierto por lavado de activos, pero no hay un juicio y eso sorprende. En siete años hemos dado solo dos pasos cuando debimos haber dado veinte o 25. Esta investigación podría tener el mismo desenlace que el que ya conocemos.
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