Si hay una entidad que reconoce los aciertos del gobierno, es la Confiep. Su presidente, Alfonso García Miró, considera acertado compatibilizar políticas monetarias y fiscales modernas, ortodoxas y disciplinadas con programas amplios y profundos de asistencia social.
Además, es un convencido de que el presidente Ollanta Humala tuvo buenas intenciones y con grandeza política modificó su hoja de ruta cuando entendió que “manejar un país de manera moderna era distinto al libreto con el que venía”.
¿Cuál es tu balance del 2014?
Saldo neto positivo. Muchas veces no nos damos cuenta de lo que significa estar en un país como el Perú, con las características que tenemos, las limitaciones presupuestales, en el ámbito internacional; con ese contexto tener un país que crece al 2.5% o 3 % no es un mal resultado. Terminado el 2014, el efecto neto es razonablemente positivo.
El gobierno ha identificado la desaceleración del 2014 con factores externos… ¿Dirías que causas internas también han influido, como la inestabilidad política, etc.?
No creo que el gobierno haya solamente concentrado la razón de la desaceleración en el contexto externo. Tenemos a varios ministros que han emitido una serie de normas dentro del 2014, cuyos efectos lamentablemente no se han sentido en el 2014, pero se sentirán en el 2015, que cambian estructuralmente la manera de hacer negocios, empresa, e invertir en el Perú. El solo hecho de promulgar esas normas significa admitir que algo estaba mal, algo que estaba mal creado por el propio gobierno y por anteriores gobiernos. Es cierto que cuando una economía en constante expansión y crecimiento, ayudado por una serie de motores como son el consumo interno, el mercado internacional, las inversiones privadas (nacionales y extranjeras) y la inversión pública, cuando alguno de esos motores comienza a fallar, los otros sufren un recalentamiento. Entonces, es probable que el hecho de concentrar desde nuestra perspectiva grande el problema de la desaceleración en los obstáculos del Estado para poder crecer sea como consecuencia de ver más fácilmente la debilidad del gobierno, del Estado, del país es cuando se nos apaga un motor externo.
Te señalo esa visión porque, cuando al presidente Humala le preguntaron por la desaceleración, en la última entrevista que dio, señaló el frente externo; no habló del frente interno…
Mira, a los políticos les es muy difícil, no entiendo por qué, quizá por una cuestión de táctica y de imagen, hablar de los errores propios. Es algo común de todos los políticos en todos los países. El hecho de haber admitido todas estas normas de mejora estructural en la forma de hacer negocios en el Perú es un reconocimiento explícito de que había errores.
Algunos economistas han señalado, durante el 2014, a la reducción de la inversión privada como la principal razón de la desaceleración. Como líder empresarial, ¿estás de acuerdo con esa visión?
Muchas de las decisiones de cambio estructural que se han dado tienen efecto retardado y duradero, pero van a impactar en la productividad en el mediano y largo plazo. Uno de los grandes aciertos de este gobierno se da como resultado de reconocer un error. El error conceptual y de origen es aquel de considerar al sector privado como aquel que tiene algún beneficio particular a costa de la sociedad. Si puedo definirlo en una frase, ese es el “error de origen” de este gobierno. La impresión que tenemos en Confiep es que ese estilo se impregnó no solamente en los funcionarios del sector público, que adquirieron esa personalidad trasladada por el ánimo del líder del gobierno, sino en aquellas personas que entraron al sector público. Muchas de ellas, del partido ideológico y político del gobierno, como es lógico. Mi impresión es que, cuando el gobierno se da cuenta de que en realidad sus enemigos no eran tan enemigos, reactualiza la manera de administrar el país. Pero, claro, ya había una inercia de origen en la administración pública que tomó mucho tiempo cambiar, así como cambió de un día para otro la visión del presidente de cómo manejar al país. Para mí eso ocurrió.
¿Cómo te sientes tras estos cuatro años de gobierno nacionalista en contraposición a lo que pensabas que iba a ser?
A mí, de pura coincidencia, me tocó asumir la presidencia de la Confiep justo cuando empezó el gobierno. Voy a responderte desde dos perspectivas. Creo que sobrecargamos nuestra preocupación respecto a las intenciones del gobierno (no a la ideología). Nos equivocamos en magnificar nuestra preocupación respecto a las verdaderas intenciones que tenía el gobierno cuando asumió la responsabilidad. Hemos constatado que tenemos al frente la mayor virtud que tiene el gobierno (representado por el presidente y todas las personas de confianza del presidente): este es un gobierno, escaso en la historia republicana del Perú, con buenas intenciones. De hecho ideológicamente estamos en extremos del pensamiento. Yo tengo una filosofía, una manera de pensar, bastante diferente de la del presidente y las personas cercanas al presidente, y mucho menos cercanas con las personas que estuvieron en un comienzo con el presidente. El presidente tiene opiniones muy distintas a las de nosotros, los empresarios. Por ejemplo, el presidente cree que el régimen de Velasco fue uno de los grandes aportes en la historia económica y política al país… ¿Qué más lejos podemos estar? Nosotros pensamos que fue quizá el mayor error histórico, el del mayor costo político y económico que haya podido pagar todo peruano, y que seguimos pagando hasta ahora. Pero yo respeto al presidente, a los que piensan como él, y creo que él también respeta cómo pensamos nosotros. Lo que rescato del gobierno es que no mezcla sus sentimientos personales con su responsabilidad de administrar el país. Como digo, es un gobierno responsable que, como cualquier gobierno de izquierda moderna, no mezcla sus sentimientos y sus posiciones subjetivas o ideológicas con el ABC internacional de cómo manejar un país moderno. Creo que eso ha aprendido este gobierno, a tomar decisiones de política de un país moderno sin contaminarla con posiciones ideológicas, pero manteniendo ciertos principios. Por ejemplo, la política de inclusión social del gobierno es perfectamente aplicable con los programas sociales que tú muy bien conoces. Ese fue, por ejemplo, otro error de apreciación de nosotros. Pensamos que iba a ser un gran error ampliar políticas asistencialistas de inclusión social, como Pensión 65, etc.; sin embargo, bien implementado un Ministerio de Inclusión Social, tiene resultados concretos: reducción de pobreza y desigualdad, por ejemplo. Nos equivocamos al pensar que eso iba a ser un error. Fue un acierto de este gobierno compatibilizar políticas monetarias y fiscales modernas, ortodoxas y disciplinadas, con programas amplios y profundos de asistencia social. En lugar de que se antagonicen el uno con otro, son perfectamente compatibles. Así como nos equivocamos en sobredimensionar las intenciones, aparentemente malas (al final eran buenas) de este gobierno. Creo que el gobierno también, sabiamente y con grandeza política, modificó oportunamente sus políticas cuando se dio cuenta de que manejar un país de manera moderna era distinto al libreto con el que venía. Es decir, el de la Gran Transformación a la hoja de ruta creo que no es un cambio minúsculo. Es un cambio estructural en la forma de pensar del presidente y de todas las personas que lo acompañan.
¿Cuál es tu opinión sobre los cinco paquetes del 2014?
Si los hubiésemos hecho nosotros, lo habríamos hecho distinto. Nos parece que en la administración pública sigue habiendo mucho prejuicio respecto al sector privado. Por lo tanto, en los instrumentos de política pública que se aprueban o se diseñan se ponen demasiadas salvaguardas, trabas, condicionantes…Todas estas legislaciones ponen muchas trabas para que sean eficaces en su ejecución y cumplimiento. Por eso digo, si las hubiésemos hecho nosotros, no por empresarios, sino porque sabemos cuáles son los verdaderos factores que obstaculizan la productividad, pero de hecho opinamos que son buenas normas. Mejor que las hayan hecho a que no las hayan hecho. Quizá la ganancia duradera de esas normas sea aquella que dice que, por lo menos, hay buenas intenciones. Hay el espíritu de identificar problemas y querer solucionarlos.
¿Cuáles son las dos grandes tareas que están pendientes?
Instituciones y productividad. Creo que en el Perú debería haber una comisión de alto nivel para mejorar la productividad, y una comisión de alto nivel para mejorar la institucionalidad. Cualquier gobierno que desarrolle ese índice en su agenda, de manera profunda, tendría la solución de poder convertirnos en un país del Primer Mundo en los próximos 20 años.
PRODUCCIÓN. El manejo económico fue acertado tras el cambio en la hoja de ruta inicial del gobierno. (USI)
¿Cuáles son las grandes barreras para la mejora de la productividad?
El tema laboral es de alta preocupación. Competimos con países que tienen legislaciones laborales mucho más modernas que la nuestra y mucho más generadoras de productividad y de empleo. La complejidad tributaria es otro tema que desincentiva. El tema de infraestructura es el cuádruple de complejo. El simple hecho de que las personas se demoren el doble de lo que se demoran en otros países en llegar a sus centros de trabajo.
Hablando de instituciones, ¿cuál ha sido la percepción, en Confiep, de la adjudicación de las 3 grandes obras del 2014?
Talara creemos que nunca se debió hacer. La peor empresa privada es siempre mejor que la mejor empresa pública. Y PetroPerú no es la mejor empresa pública. Todo lo que hace PetroPerú lo podría hacer una empresa privada y mucho mejor. Es un mal argumento decir que es un recurso estratégico. Nos parece que tener una refinería es un contrasentido. En el mundo se están desmantelando aquellas refinerías ineficientes porque no pueden competir con las que están al costado. Se están quedando las más eficientes y en el Perú tenemos dos: Pampilla y Talara. ¿Qué tan ineficiente puede ser Pampilla que su propietario (privado) se la quiso vender al Estado? No hay mejor explicación de que el Perú no debería tener más refinerías que esta: el mejor comprador que encontró, la única privada, fue el Estado Peruano. Gasoducto del Sur es una decisión política. Pero el hecho de que ProInversión haya estado en esos dos procesos (NdE: Gasoducto del Sur y Línea 2) nos parece que da la transparencia suficiente para estar seguros de que no ha habido una negociación sobre la mesa para que aquellos únicos postores hayan sido asignados con cada obra…
¿Cuál es el nivel de preocupación de la Confiep sobre los actuales casos de corrupción?
No voy a entrar a hablar sobre personas, pero, en lo económico, obviamente la corrupción es un factor altamente perturbador de la productividad.
Te pregunto porque, para algunos, Confiep cooptó al gobierno y, para otros, el gobierno maneja a Confiep. ¿Cómo calificarías la relación entre Confiep y el gobierno?
Nosotros hemos estado y vamos a estar lo más lejos posible de la política. Solamente se cruza nuestra institucionalidad empresarial y económica cuando eventualmente la política pone en riesgo algún principio económico o empresarial que creemos fundamental. Ahí participamos en hacer saber nuestra opinión. Nos parece bien que –mal o bien– hablen de Confiep, porque Confiep es una organización que representa a una buena parte de la explicación del éxito económico del Perú de los últimos 25 años. Esto no es poca cosa. La sociedad debe saber cuáles son las instituciones que han ayudado al éxito de país y aquellas que lo ponen en riesgo. Nuestras relaciones con el gobierno son cordiales, pero distantes. No participamos en ninguna institución gubernamental, salvo en la Comisión de Alto Nivel contra la Corrupción (CAN). Aceptamos porque creímos que era mejor estar dentro que ver de afuera las decisiones que se toman a nivel político. En ninguna otra institución participamos ni activa ni pasivamente.
Una de las críticas que se le hizo a Confiep –a fines del año pasado– es que una propuesta de la CAN para incluir en la responsabilidad penal a las empresas fue trabada por su gremio…
Confiep es una institución importante, mérito que Confiep ha ganado en 30 años de esfuerzo. No le debemos nada a nadie. Nadie nos paga un real. No somos ni políticos ni empleados públicos. Y somos los primeros que señalamos a la corrupción. No tenemos a ningún corrupto en nuestra institución. Los corruptos son ladrones en donde estén. En toda sociedad hay delincuentes, y los corruptos son delincuentes. En el Perú no hemos todavía desterrado la corrupción a niveles razonables, ni mucho menos. Todos los días vemos más autoridades que se aprovechan de su cargo. Entonces, ¿cómo se puede otorgar una mayor oportunidad (NdE: en referencia al planteamiento de la CAN) a esas personas, y con mucho mayor rentabilidad?… ¿Te imaginas a una autoridad que quiera extorsionar a una minera? ¿Sabes lo que significa poner en riesgo la continuidad económica de una empresa? Nuestra argumentación es que aquellos que cometen un delito deben ser juzgados y metidos a la cárcel, pero ni los trabajadores, ni demás directivos, ni accionistas de esa empresa tienen que pagar el costo económico y social. Esa es la asimetría social y económica al querer involucrar a las empresas en el delito penal en donde el poder judicial está altamente cuestionado por corrupción y en donde otras autoridades delinquen todos los días. Es muy fácil querer poner a la institución empresarial como sujeta de delito penal. ¿Por qué no a los ministerios también o a las ONG? Para todos aquellos que quieren arrinconar o desnaturalizar a la categoría empresarial es un lindo argumento que los líderes de las instituciones empresariales “se oponen a legislar en contra de la corrupción”, pero eso es mentira.
Lo que proponen ustedes es la autorregulación…
Sí, y ya la tenemos. Ninguna empresa del gremio de Confiep tiene ninguna denuncia penal a sus directivos hoy día. En el momento en que la tengan esos gremios tienen códigos de ética y de conducta vinculantes que obligan a expulsar a las personas que caigan en este delito.
¿Alguna vez han expulsado a una empresa?
Está el caso de Doe Run.
CORRUPCIÓN. Aquí no se ha desterrado la corrupción a niveles razonables. Cada vez hay más autoridades que aprovechan su cargo. (César Fajardo)
En el índice de corrupción del Banco Mundial, los niveles del Perú ahora casi son muy bajos, casi los mismos a cuando culminó el fujimorato. ¿Cuál es la percepción de la Confiep acerca de ello?
Yo creo que debe haber la misma cantidad de corrupción. Corrupción hay igual en un país dos o cuatro veces más rico. En toda sociedad moderna, conforme ha ido evolucionando, han ido haciéndose ajustes en el tiempo. Un país crece mucho, pero al mismo tiempo crece la corrupción…
¿Dirías que es un problema del crecimiento? ¿Y las instituciones?
Creo que la educación y la calidad de las instituciones (líderes, Poder Judicial eficaz, etc.) podrían marcar la diferencia.
¿Cuál es la opinión de la Confiep acerca de la ley laboral juvenil?
Es una ley que, quizá, si la hubiésemos hecho nosotros, la habríamos hecho mejor. Toda ley que crea oportunidad de trabajo a aquel que no la tenía y que mejora las condiciones a aquel que tiene un trabajo precario debe ser aprobada. En el Perú hay una élite que tiene trabajo formal, pero la mayor parte de los trabajadores en el Perú son informales. De ese grupo, hay incluso aquellos que no tienen trabajo. Nosotros hemos dicho que el trabajo informal es un trabajo cercano al infierno. Un régimen de esclavitud. Esta legislación les da a estas personas que están en la informalidad la mayor parte de prestaciones. Simplemente les reduce las vacaciones de 30 a 15 días. En la mayor parte del mundo todos los trabajadores tienen solo 15 días de vacaciones y no son marcianos. Les reduce a una gratificación a personas que recién comienzan a trabajar y, a cambio de eso, les da la oportunidad de poder formarse con una capacitación legal y formalmente definida, y el Estado les da el seguro social. Es decir, es un regalo. Incluso con convenios públicos. Yo diría que lo que le faltó a esa ley es la capacidad de darle alternativa al trabajador: que prefiera tener la oportunidad de capacitarse con un certificado de capacitación o tener todas las percepciones del otro régimen. La capacitación es monetizable para el trabajador. Por lo tanto, a esa ley le faltó que el trabajador pudiera optar entre los dos regímenes: el normal sin capacitación o el nuevo con capacitación. Con ese cambio hubiese habido menor rechazo y muchas personas hubiesen optado por el de la capacitación a cambio de la reducción de ciertas mínimas prestaciones.
Muchos creen que ustedes intervinieron en esa ley. ¿Fue injusto que los jóvenes marcharan hasta aquí?
Yo no creo que sea injusto. Creo que se equivocaron, pero al final tienen derecho a caminar por donde les parezca. Al final nosotros les hemos dicho que nos han hecho una visita de cortesía. Y está muy bien que salgan a marchar, pero hay que saber qué representa: cuando salen miles, hay que tener en cuenta que son miles contra millones de desempleados o en trabajos precarios. Por lo tanto, no representan a todo el Perú. En Europa salieron millones a protestar a las calles contra leyes de flexibilización laboral y ninguna de esas leyes se cambió. Se mantienen hasta ahora.
Luego de lo que ha sucedido con la ley de empleo juvenil, ¿ves espacios de reforma o de mejoras en este año y medio que le queda al gobierno?
Yo creo que el gobierno está pensando en optimizar la implementación de las reformas pequeñas, medianas o grandes que pueda haber realizado durante sus tres años y medio de gobierno, y me parece que está bien. Es demasiado ambicioso intentar, en el último tercio, implementar grandes reformas si cuentas con menos apoyo político, todos están concentrados en otra agenda y hay un gran espacio de confrontación hoy día. Yo diría que en el Perú nos creamos nuestros problemas. Cuando no tenemos problemas, nos los creamos.
¿Cuál es la reforma por la que ustedes apostarían?
Educación. El ministro de Educación creo que está haciendo una extraordinaria labor. Creo que es la única persona que tiene un consenso generalizado –político, económico, y académico– de ser el mejor y más brillante funcionario que tiene este gobierno. Incluso muchos ya se lo quieren pelear para el próximo gobierno.
¿Cuál es tu percepción del año electoral que se viene?
Yo no tengo buena esperanza por la calidad de la representación política en el Perú. La representación política en el Perú ha caído a niveles insospechados y, si estamos en el medio de una carrera económica hacia un país del Primer Mundo (en donde nos falta el capítulo instituciones y educación, sin los cuales no vamos a poder escribir el capítulo del Perú en el Primer Mundo dentro de los próximos 20 años), tenemos una clase política que ha regresado al cuarto mundo del siglo XIX. Ahí hay una gran tarea. Me daría una gratísima sorpresa equivocarme y ver que este año los líderes políticos discutan una agenda electoral de alto nivel.
Cuéntanos, ¿cuál es el candidato de la Confiep?
En realidad no tenemos ninguno. Creo que, en los últimos 25 años, hemos tenido todo el compás ideológico, con los distintos grados de orientación política (se han completado los 360 grados de orientación política), y el país ha sobrevivido y lo ha hecho bien. No nos preocupa quién vaya a salir en adelante porque estamos seguros de que el país es más grande que un mal líder.
Se acerca el 2021, nuestro bicentenario. ¿Cuál es tu sueño para el Perú con motivo del mismo?
Quiero ver al Perú dentro de los 25 países más prósperos del mundo (después de los desarrollados) en siete años. Y dentro de 20 o 25 años más, ser un país del mundo moderno.
MARCHA. Quienes salieron a las calles no representan a los millones de jóvenes desempleados. (César Fajardo)
ALGO MÁS
- Antes de asumir como presidente de la Confiep, Alfonso García Miró fue presidente de Cómex Perú y es vicepresidente del Consejo Empresarial Perú-Chile, así como director del Instituto Peruano de Economía (IPE) y del Instituto Pro Educación NGO.
- El titular de la Confederación de Instituciones Empresariales Privadas (Confiep), ha sido promotor, desarrollador y CEO de diversas empresas como Swissport GBH Perú, empresa de manejo de servicios del aeropuerto de Lima; Aeropuertos del Perú SA, administrador de concesiones de aeropuertos regionales en Perú; GBH Invest-ments; IASA (Aeropuertos de Honduras) y Vopak Serlipsa SA.
- También se desempeña como CEO y presidente del directorio de IPN Invest-ments, Empresa 8576 SA, y Swissport GBH Honduras SA.
- Asimismo, forma parte del comité de inversiones del fondo de inversión Macrocapitales.
20 AÑOS DE HISTORIA
- La Confiep congrega y representa a la actividad empresarial privada peruana, y tiene como principal objetivo contribuir con el proceso de crecimiento económico sostenido basado en la inversión y el empleo.
- El gremio empresarial fue instalado oficialmente el 12 de noviembre de 1984 con la participación de siete gremios fundadores, y al 2013 reúne a un total de 25 gremios empresariales asociados.
- También incluye a las federaciones de cámaras de comercio del norte, centro, sur y Amazonía a través del Sector Organismos Descentralizados, las mismas que reúnen a las principales Cámaras de Comercio y de la Producción a nivel nacional.
- Las principales líneas de trabajo de la actual gestión son continuar impulsando el sector privado, promover los valores y la ética empresarial, así como el fomento de la inversión privada, el libre comercio, el desarrollo de la actividad empresarial en todas las regiones y la mejora de la competitividad y productividad del país.
Por Juan José Garrido (director@peru21.com)
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