Gianfranco Castagnola,Al.Mercado
gcastagnola@peru21.com
La población votó por el presidente Humala en 2011, entre otras razones, porque creía que era el candidato más preparado para luchar contra la inseguridad ciudadana. Hasta ahora ha sido ineficaz. Pero lo más grave es que se ha sumado una gran amenaza para el país. El desplazamiento de Sendero Luminoso a la margen derecha del río Apurímac significa un elevado riesgo para el ducto de gas de Camisea. Hasta ahora, los terroristas solo han realizado atentados menores, quizás para negociar algún arreglo económico. Pero, si lo hicieran –y pueden hacerlo–, repararlo tomaría semanas o meses. Eso obligaría a un racionamiento del 25% del consumo de energía eléctrica. Además, afectaría a más de 400 empresas industriales que se abastecen de ese gas, al Metropolitano –cuyos buses operan con GNV–, a los usuarios de GLP doméstico, etc. Una interrupción del gasoducto significaría una grave disrupción de la actividad económica y de la vida cotidiana de los ciudadanos. Si ello ocurriera, la popularidad del presidente Humala se desplomaría. Por ahora, es un escenario de baja probabilidad, pero de impacto altísimo. Ojalá que el Gobierno entienda la gravedad de la amenaza y actúe como corresponde.
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