05.DIC Jueves, 2024
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Opinión

Es difícil para el ciudadano común, habituado a pensar en términos de bueno o malo, entender el inmenso laberinto en que se ha convertido el Medio Oriente, al que se suman los intereses globales de EE.UU. y de otras potencias como Rusia y la Unión Europea, además de las disputas político-religiosas al interior de los países árabes.

Guillermo Giacosa,Opina.21
ggiacosa@peru21.com

Putin le ha hecho un gran favor a Obama. Las propuestas del presidente ruso le han servido para contrarrestar la presión de las corporaciones del complejo industrial-militar y de los sectores menos racionales del quehacer político. También nos ha permitido comprender los límites en los que se mueve el hombre aparentemente más poderoso del planeta y las libertades que se puede permitir un presidente como el ruso, que se mueve en un medio donde la política parece primar por sobre la economía. Quizá sea solo un espejismo, pero cuando hay que hacerlo valer se lo hace valer.

Obama pretende recuperar el protagonismo advirtiendo a los iraníes que “el tema nuclear es un problema mucho mayor para nosotros que la cuestión de las armas químicas”, y considera que el ejemplo sirio es “una lección para los iraníes sobre cómo llegar a una solución diplomática”. No mencionó que el problema iraní son las armas nucleares israelíes, a las cuales también debería aplicarse la solución siria. Sería lo justo, y lo justo, por lo general, nunca ocurre. Sobre todo cuando un adolescente pendenciero anda pateando tachos de basura por todo el planeta. La tonta declaración de Obama lo certifica: “La amenaza contra Israel que un Irán nuclear plantea está en nuestro centro de intereses”. Si no se piensa que el otro también existe y quiere sobrevivir, las propuestas serán siempre transitorias, y el estado de guerra, permanente.


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