Anahí de Cárdenas,Modelo y actriz
Gonzalo Pajares
gpajares@peru21.com
Es modelo, es actriz, es bella. Anahí de Cárdenas muestra sus dotes histriónicas en Ciudad Jardín, película estadounidense que se filmó en nuestro país. Basada en un hecho real, cuenta la historia de un surfista ‘gringo’ que es acusado de narcotraficante. Anahí es su bella, tierna y sufrida novia. Solo por verla, la película ya vale la pena.
Modelas lencería. ¿Cómo te sientes en esa faceta?
Un poco asustada porque una está bien expuesta pues, como modelas ropa interior, te miran hasta lo que no te sale. Además, observar a todas estas chicas regias, lindas, preciosas, hace que una se pregunte frente al espejo: “¿Estaré apta? ¿Estaré al mismo nivel?”.
¿Qué comparas?
Caderas, busto, cintura, cara, pelo, todo. Nunca me he sentido a la altura. En el desfile, todas estaban lindas y, de pronto, había un bajón: era yo, la más chiquita de todas; es más, soy la más chiquita de las modelos que trabajan en el Perú.
Pero eres la más guapa…
(Ríe). No. ¿Me siento guapa? A veces (ríe). Claro, cuando me convocan a esos desfiles me siento recontra considerada, pero también soy consciente de que me convocan porque soy una figura pública y voy a jalar prensa. Si fuera una hija de vecina, aunque fuese más linda, no me llamarían.
¿En el colegio te sentías el patito feo?
Desde los seis años me hicieron mucho bullying. ¿Por qué? Nunca lo entendí. Era horrible. Mis ‘amigas’ y yo salíamos con nuestras muñecas y nuestros coches, pero no me dejaban entrar al cuarto donde jugaban. Me quedaba esperando en la puerta horas de horas. “¿Ya puedo entrar?”, les preguntaba. “No”, me respondían. Y así me quedaba sin jugar. O estábamos en la piscina y, entre todas, trataban de ahogarme. Y como no me hablaban y secreteaban y se burlaban de mí, aprendí a leer los labios.
¿Esto afectó tu personalidad?
Desde que tengo quince años voy a terapia. Era una chica retraída, me costaba relacionarme con la gente, mi autoestima estaba hasta el culo; mejor dicho, no tenía autoestima. Por eso me metí en relaciones bien autodestructivas, patológicas, que me hacían puré. Por eso busqué ayuda, porque sentía que seguía contra la misma pared, y me seguía chocando, y me seguía chocando. En ese momento tenía un enamorado que me dijo que tenía un problema, que debería ir a terapia. Y yo decidí ir solo para ser mejor persona para él. Imagínate mi locura. Mi psicólogo me dijo: “Pelotuda, tú no tienes que ser mejor persona para nadie más que para ti. Tienes que mejorar tu autoestima pues eres una persona valiosa y no tienes por qué tener ese aire de mujer maltratada que no te cae”.
Eres modelo desde los 17 años. Al menos, la gente de afuera apreciaba tu belleza…
Sí, pero uno siempre es su más grande crítico y siempre hay cosas que se pueden arreglar. No me era suficiente el reconocimiento de los demás. Si hubiera podido pasar por el cuchillo y arreglarme todo aquello que me parecía imperfecto, lo habría hecho.
¿Qué te detuvo?
Quizás el apoyo de mi familia. Mi relación con mis padres es genial, y ahora es mejor que nunca. Gracias a la terapia he aprendido a comunicarme, a relacionarme mejor.
Estás medicada hace tres años.
Allí se produjo el punto de quiebre. Pedí ayuda. Llamé a mi papi y le dije: “No estoy bien; si por mí fuese, que se acabe el mundo”. ¿Pensé en el suicidio? Sí, pero nunca lo intenté. Me derivaron a un psiquiatra y me empezaron a medicar. Fue algo muy duro. Durante estos tres años he tenido bajones, pero ahora estoy sumamente estable. Como todos, tengo días buenos y días malos, pero gracias a Dios tengo una familia que me apoya y entiende, y mi etapa autodestructiva ya pasó. Hoy miro hacia atrás y me digo: “Gracias al cielo pedí ayuda”.
¿Usaste drogas?
No, nunca he sido de drogas. Imagínate, con la cabeza como la tenía, meterme drogas hubiera resultado peor.
¿Por qué cuentas todo esto?
Porque me dije: “A la mierda, hay un culo de gente con este problema”. Y este se presenta sobre todo en mujeres, quienes tienen cambios de humor repentinos y todos piensan que están locas. Y no es así. Así como se enferman el hígado y los riñones, a veces le pasa al cerebro y necesita ayuda.
Imagino que hoy tienes relaciones más sanas…
Claro. Antes me decían que me querían y lo dudaba. Hoy he aprendido que la gente sí nos quiere y, muchas veces, sin condiciones. Y yo también he aprendido a quererme. Hoy manejo mis relaciones de forma más racional y no tan emocional, pues no es bueno escoger un locón como uno…
¿Tu lado autodestructivo sigue latente?
Todo el tiempo, peleo con él todos los días.
Felizmente, tienes la actuación…
La actuación, el modelaje, mis amigos y, sobre todo, mi familia.
AUTOFICHA
- Me hicieron bullying desde los seis años. Mis padres lo sabían, pero ningún hijo nace con un manual bajo el brazo. Trataron de manejarlo lo mejor que pudieron.
- Siempre he sido muy sensible, pensar en cambiar de amigos me resultaba imposible. Sigo siendo sensible, pero ya tengo nuevos amigos.
- Mi abuela me enseñó a querer sin condiciones. Estaba enferma y seguía rezando por mí. Al verla me dije: “No debo ser tan pelotuda, hay cosas importantes en la vida”.
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