Los resultados de las recientes elecciones regionales reflejan el tremendo deterioro de nuestras instituciones políticas. Carencia de partidos nacionales, masiva presencia de movimientos locales y regionales que representan la peor versión de la informalidad política del país, triunfo de candidatos presos por acusaciones – que son bien fundamentadas– de corrupción y lavado de activos, y de postulantes vinculados a actividades ilegales como la minería informal, el narcotráfico y el contrabando. Es muy probable que la calidad de gestión de la mayoría de las autoridades electas sea todavía inferior a la de las actuales administraciones, con el consiguiente deterioro de servicios para ciudadanos y de la relación entre el Estado y la población. Ojalá que esta sensación de tocar fondo genere el consenso necesario y la oportunidad –tal como ocurrió en materia económica en el año 1990, donde la hiperinflación había destruido la economía peruana– para lanzar un shock de reformas institucionales. Ahora es el momento de iniciar un debate de propuestas.
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.