Fabiola León-Velarde,Rectora de la UPCH
Autor: JUAN JOSÉ GARRIDO
director@peru21.com
Fabiola León-Velarde es rectora de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH); además, es una de nuestras principales investigadoras en enfermedades de altura. En esta charla conversamos sobre innovación, tecnología, investigación científica y abordamos el tema de los transgénicos.
Cuando uno piensa en desarrollo, aparecen las variables innovación y tecnología. ¿Cuál debe ser el modelo de desarrollo para un país como el Perú?
No conozco ningún país que sea competitivo que no haya apostado por la innovación. De los 12 indicadores de competitividad, tres tienen que ver con educación, innovación y tecnología. Si un país no tiene una base mínima de estos componentes, no podrá desarrollarse. Algunos dicen que países como Singapur y Suiza no necesitaron investigadores, ni innovadores, ni universidades, pero tal afirmación no es cierta. Si uno observa sus universidades, verá que la educación es buena, diversificada, y el vínculo con la empresa sobre todo en carreras técnicas es muy fuerte. Este es el modelo: una buena educación y la universidad como generadora de conocimiento para todas las áreas.
Ese modelo requiere de algunas precondiciones: instituciones que funcionen, buena educación, mercados dinámicos, infraestructura, etcétera. Sin embargo, vivimos en un país que es la antítesis de esto. Entonces, ¿no tendría sentido pensar en construir un desarrollo paralelo tal vez?
Por supuesto. Soy una convencida de que la flexibilidad en el mundo productivo tiene que ser muy grande, incluso en el mundo universitario, pero se hace necesario un empuje del Estado para nuestras tareas básicas. Si hubiésemos tenido apoyo del Estado para, por ejemplo, tener un gran Instituto del Café y el Cacao, la roya, la plaga que atacó al café, no hubiera sido tan grave y hoy produciríamos más.
¿Y la iniciativa privada? ¿Por qué no se ha preocupado de ello?
En nuestro país, el sector privado recién está creyendo en la academia. Recién estamos juntando la universidad y la empresa. Esta alianza no es indispensable, pero es una sinergia que resulta más creativa y rica. El empresario investiga para aumentar más su producción. Pero, por ejemplo, la investigación para conocer los patógenos de un cultivo requiere mucha inversión, personal especializado y largo plazo, algo que el privado no hace y sí puede hacer el Estado.
¿Qué país debería ser nuestro modelo a seguir?
Las realidades son distintas, pero la apuesta por ciertas áreas de conocimiento debe seguir el mismo camino. Acabo de recibir a académicos de Singapur. Quieren trabajar con nosotros diferentes temas; uno de ellos es el de la biodiversidad y cómo darle valor agregado.
También hay una realidad institucional muy distinta. Singapur es una autocracia, con un capitalismo dirigido por el Estado. Allí se elige a ganadores y perdedores. El Perú ha optado por otra senda…
Soy una convencida de que el apoyo del Estado, aun con nuestras deficiencias, tiene que focalizarse en algunas áreas, en las que aún no hemos perdido el tren. Algo que es común en estos países es que, al menos al inicio, el Estado siempre intervino y apoyó. Por muy poquito que sea su aporte, este sirve.
Quizá muchos privados no invierten porque aquí no se respeta la propiedad privada, la propiedad intelectual. Estamos en el puesto 106 en derechos de propiedad, y en propiedad intelectual la situación es peor: ocupamos el puesto 119 de 144.
En la reglamentación para ciencia y tecnología, sí hemos avanzado. Claro, estábamos en nada.
En propiedad intelectual, estamos en la era victoriana, pero allí había algo que no tenemos: una sociedad interesada en la discusión científica y tecnológica. Aquí vivimos guiados por supersticiones…
Es verdad. Estamos en un país donde todo el mundo opina sobre cuestiones que no domina. Somos conservadores en nuestra forma de pensar, pero soy optimista porque recién estamos empezando.
Volveré a ser el abogado del diablo. Muchos se preguntarán qué hacemos hablando de innovación si aún tenemos 15% de niños con desnutrición crónica, cuando hay 40 mil colegios unidocentes. ¿No deberíamos, primero, fortalecer la base?
Se deben hacer ambas cosas. No veo por qué no podemos soñar con universidades con buenos investigadores y tan competitivas como una buena universidad de EE.UU.
Durante los últimos gobiernos se trabajó poco en innovación y en investigación. ¿Ha cambiado algo para que dentro de 15 o 20 años no sigamos en lo mismo?
Ya se está apoyando a la ciencia y a la tecnología, y siento que este apoyo ha venido para quedarse.
Hablemos de los transgénicos. ¿Cuál es el problema con ellos?
No lo hay. La cantidad de toneladas de arroz, maíz y soya transgénicos es impresionante. Si fueran nocivas, ya se habrían reportado sus daños. Tampoco está probado que nuestra biodiversidad pueda contaminarse con su ingreso, y no desaparecerán nuestras miles de variedades de papa. Los transgénicos se usan para una mayor productividad o para hacer cultivos más fuertes. ¡Que se nos dé un ejemplo donde los transgénicos estén afectando la biodiversidad!
En México hay problemas con el maíz: están desapareciendo variedades oriundas.
Ese es un tema de conocimiento. Con él, se pueden evitar errores antes cometidos. Hay que determinar bien las zonas donde se trabajarán los transgénicos. Además, el Perú tiene la suerte de contar con condiciones geográficas y climáticas bastante distintas. Por ejemplo, una semilla transgénica de la costa no podrá ir a la montaña porque, simplemente, no tendrá las condiciones para desarrollarse. Para eso está la investigación; en vez de declarar una moratoria general, mejor hubiera sido determinar las zonas en probable riesgo. No olvidemos que el progreso es la transformación del ambiente por el hombre. Dicho esto, en la misma universidad, respecto al tema de los transgénicos, tenemos posiciones distintas.
AUTOFICHA
■ “La Cayetano es la única universidad peruana que tiene un programa llamado Beca de Retorno, que consiste en repatriar a profesionales destacados que nosotros formamos. A la fecha, hemos repatriado a 16”.
■ “La universidad estuvo abandonada durante 30 o 40 años. Al inicio, para que algo funcione hay que apoyarlo y, después, dejar que avance solo. Eso hay que hacer con la universidad”.
■ “Hace dos años, la UPCH ganó el Premio Carlos Slim por ser el Instituto más Productivo en el Diagnóstico y Tratamiento de Enfermedades Tropicales. Y hace un mes recibimos el Premio de las Naciones Unidas”.
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.