Mijail Palacios Yábar
@mijailpy
Jurado de la Crítica Internacional del Festival de Cine de Lima PUCP –que ayer empezó su vigésima primera edición–, profesor, crítico, investigador y conductor del programa de TV ‘El placer de los ojos’, Ricardo Bedoya es una de las voces más autorizadas para hablar de cine. Y esta entrevista así lo comprueba.
En tiempos en que ‘Rosa Chumbe’ por fin llegó a las salas comerciales, ‘¡Asu Mare!’ anunció una tercera parte y acaba de empezar el Festival de Cine de Lima, ¿cuál es su diagnóstico del cine en el Perú?
No se puede hablar de un cine peruano sino de varios. El cine peruano tiene una diversidad de propuestas, formas, modos de producción que no tenía hace 15 años. Hay desde un cine de propuesta masiva hasta películas que buscan su propia forma de exhibición, pasando por los filmes que se están haciendo en las regiones del país, que solo se ven en ciertas zonas del Perú y no llegan a Lima. O cintas que apelan a los fondos internacionales, a los premios del Ministerio de Cultura.
¿El cine que se hace para el público masivo, como ‘¡Asu Mare!’, cuánto suma y cuánto resta para la afirmación de un cine peruano de calidad e importante?
Es una fórmula que no es nueva. A propósito del éxito de ‘¡Asu Mare!’ o ‘Locos de Amor’ se ha dicho que ya hay una industria en el cine nacional. Eso no es verdad. No existe una industria del cine en el Perú y nunca existió. Lo que ha existido son algunas películas que han logrado tener éxito importante. Ahora, la fórmula del personaje televisivo famoso que llega al cine es muy antigua. En los años 30 el personaje del teatro popular llegaba al cine y hubo toda una tendencia en la época de Amauta Films, entre el 37 y el 40, en que actores muy populares tuvieron sus películas. En los años sesenta, pasó lo mismo. Nemecio, el personaje de Tulio Loza, fue un súper éxito a finales de esa década. Kiko Ledgard hizo ‘El Embajador y yo’. Los mexicanos llegaron y llevaron a Augusto Ferrando, Luis Ángel Pinasco o a las modelos televisivas… Pero eso no crea una industria. Son películas confinadas a un espacio determinado, que no logran trascender más allá de la rentabilidad inmediata. No está mal. Es absolutamente necesario.
¿Qué crea una industria?
Son políticas estables. Una industria supone que un productor sepa qué pasos seguir para obtener un crédito, para poder exhibir su película y producir, con qué mercado cuenta, qué espacios tiene. Eso crea una industria. Supone, además, algo fundamental: diversidad, que las películas encuentren un contacto con el público. Y para eso se requiere equidad en las salas de cine, para poder estrenar estas y aquellas, y no solamente las que se prevé que pueden tener un éxito comercial.
¿Y cómo logramos esa equidad?
En todos los países donde se hace cine (hay intervención del Estado), incluido los Estados Unidos, porque se piensa que Hollywood es una isla donde reina simplemente la inversión privada y eso no es verdad. Muchas películas de Hollywood se filman en lugares como San Francisco o Chicago porque están recibiendo los apoyos municipales para poder realizar esos rodajes a cambio de una serie de mecanismos relacionados con impuestos, por ejemplo. Entonces, lo que se tiene que crear es justamente esos mecanismos para llegar a las salas y para eso se requieren políticas claras. En este momento el Ministerio de Cultura tiene un anteproyecto de la ley de cine…
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¿Es optimista hacia lo que pueda generar ese proyecto de ley?
Quiero ser optimista. Pero creo que ya no depende del Ministerio de Cultura sino de determinadas tensiones políticas y, sobre todo, del Ministerio de Economía. Siempre en los últimos años los proyectos vinculados con el cine han sido cuestionados y bloqueados por ese ministerio. Alegando asuntos propios de la ortodoxia económica. En los últimos años hay países vecinos que nos están llevando la delantera de manera muy grande y notoria.
¿Qué tan lejos de esos países estamos?
De diez, ellos están en nueve y nosotros en cinco. La fortaleza que tenemos es la gran cantidad de gente joven que está haciendo cine en este momento. Hay muchísimas primeras obras, pero no terceras ni cuartas. Hay una especie de frustración porque no existe ese campo de incentivos que pueda promover que esos cineastas continúen con sus carreras. Una cosa terrible es ver que una película como ‘Rosa Chumbe’ haya tardado cinco a seis años en producirse y llegar a las salas. Lo mismo pasó con la cinta de Joel Calero, ‘La Última Tarde’. Me parece terrible que en el Perú se hagan más de 40 largometrajes al año y solo podamos ver 20. El 50% de la producción es invisible.
Retomemos el tema de la diversidad.
Hace poco se presentó en la Feria del Libro ‘Las miradas múltiples’ de Emilio Bustamante y Jaime Luna Victoria, que trata sobre el cine que se ha hecho en las regiones en los últimos 20 años. Ellos han contabilizado dos centenares de películas. ¿Cuántas conocemos o hemos visto?, ¿cuántas han llegado a las multisalas? Entonces, ahí está el asunto y ahí están las políticas culturales, las políticas de regulación estatal que en ciertas circunstancias pueda crear sistemas de exhibición…
Tenemos los festivales Transcinema, Al Este de Lima, Lima Independiente y el Festival de Cine de Lima. ¿Qué falta?
Hay un concurso que se está perfilado: La Semana del Cine de la Universidad de Lima, que será en noviembre de este año. Es fundamental porque es el que cuenta con un perfil distinto: tiene como eje una competencia nacional de cortos y largometrajes, que no hay. Ya está la convocatoria abierta. La idea es que las películas peruanas compitan. Simultáneamente a eso, tiene una muestra no competitiva de películas internacionales. Sin competencia, el cine sería una suerte de actividad autocomplaciente. El problema no es la comercialidad sino la creatividad.
¿Estamos siendo lo suficientemente creativos?
Como todo, el cine es un asunto de ejercicio. No puedes pedirle una obra maestra a la primera película. Menos aún en el cine. Lo que sí hay que ser muy severos con la falta de creatividad, la chabacanería, complacencia, de hacer las películas al montón, aprovechando una tendencia del momento y eso te lo digo para determinadas comedias con actores de la televisión… No soy un crítico de la comercialidad en el cine. Muchas grandes obras han sido grandes películas comerciales, desde Hitchcock hasta Spielberg con ‘Tiburón’. O ahora con una película como ‘Dunkerque’, que es una buena cinta, de las pocas buenas cosas que tiene el cine mainstream. De género, trabajada con personalidad y que puede llegar a un público muy amplio.
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Ya hablamos del Estado y de la creatividad en el cine. ¿Qué podríamos decir del público?
La tarea de generar público es bien grande y espero que las autoridades la asuman. Ahora, para enamorarse del cine uno tiene que tener un contacto con el cine desde muy pequeño. Si no prestamos atención en la educación escolar a la importancia del lenguaje audiovisual estamos creando analfabetos. El alfabetismo de ahora no solo es de la lectura, sino audiovisual. El cine tiene sus propios códigos, creó un lenguaje que es la matriz cuando hablamos de las grandes series que están tan de moda, desde ‘Twin Peaks’ hasta ‘Breaking Bad’. En series como esta última vemos lo que Ford Coppola hizo hace más de 40 años en el final de ‘El Padrino’. En ‘Twin Peaks’ estás viendo a David Lynch, el director de ‘Mulholland Drive’, resumiendo su estética en una serie televisiva, pero usando el lenguaje del cine. Las fronteras de las pantallas se han roto. El cine del futuro va existir en todo tipo de pantallas. Por supuesto, va existir la pantalla grande, pero también películas concebidas para verlas en tu celular mientras viajas en el Metropolitano.
Usted no es purista con las formas.
Para nada. El cine no es una pantalla ni un soporte, es una experiencia.
¿Las series de Netflix o HBO las consideraría cine?
No se podría generalizar…
Pero hablemos de los casos más notables, como ‘Breaking Bad’, ‘House of Cards’…
Sin duda, son piezas cinematográficas en las que a veces hay cierto predominio del guion sobre determinados elementos de puestas en escena. La segunda temporada de ‘Twin Peaks’ es absolutamente cinematográfica. Es más, es una película de autor pura en el sentido más tradicional, así como puede ser un filme de Godard o Truffaut. ‘Breaking Bad’ también, pero en casos como ‘House of Cards’ las mecánicas del guion priman y eso puede que moleste un poco, que la vuelvan una serie más previsible.
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Creo que estas series logran atrapar a un público nuevo, uno que va poco al cine y finalmente esa audiencia termina familiarizándose con el lenguaje cinematográfico. ¿Coincide?
Claro, pero eso tiene que estar complementado con el acercamiento de los jóvenes al entendimiento de lo que están viendo. Cuando se incorpore esta enseñanza del lenguaje cinematográfico en los colegios, espero que no se haga como un curso odioso, en el que aprenderse nombres y fechas, sino que tenga de base el placer.
Ya comenzó el Festival de Cine de Lima. ¿Qué no deberíamos perdernos?
Yo soy jurado y no puedo hablar.
Hablemos de las películas que no están en competencia.
De las que he visto, te daría cinco títulos: ‘En el intenso presente’, una película brasileña de Moreira Salles; cintas francesas restauradas, maravillosas que son ‘El otro señor Klein’, de Joseph Losey, ‘La Marquesa de O’, de Rohmer y ‘Ascensor para el cadalso’, que además es una de las grandes películas de la actriz Jeanne Moreau, quien acaba de fallecer, y que tiene una banda sonora maravillosa improvisada en trompeta con Miles Davis. Y una película importante es ‘Good Time’ de los hermanos Ben y Josh Safdie, cineastas estadounidenses muy jóvenes que han hecho esta película con Robert Pattinson.
AUTOFICHA
- “Soy abogado escapado de la profesión. La ejercí unos años. Hoy estoy dedicado a la enseñanza y a la investigación cinematográfica en la Universidad de Lima, en la Facultad de Comunicaciones y soy investigador en el Instituto de Investigación Científica de esa casa de estudios”.
- “Dentro de poco saco un nuevo libro que se llamará El Perú Imaginado: Imágenes de un país en el cine internacional. Es un libro sobre las visiones que han tenido los otros países sobre nosotros, desde la época muda hasta el presente”.
- “Toda mi vida he sido cinéfilo. Siempre vuelvo a las películas, como Vértigo de Hitchcock, que la debo haber visto unas 40 veces. Psicosis la debo haber visto muchas veces más. También vuelvo a El hombre quieto, de John Ford, y al cine del japonés Kenji Mizoguchi”.
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