Cuando el crecimiento de una economía se desacelera, los bancos centrales suelen reducir las tasas de interés de referencia, mientras que los gobiernos aplican políticas fiscales expansivas, generalmente vía un alza del gasto público. En nuestro caso, ante un dinamismo que difícilmente llegará al 3% en 2014, el BCR reaccionó bajando las tasas. El Ministerio de Economía intentó subir el gasto sin éxito, pues la ineficiencia de nuestro aparato estatal es clamorosa. Por esta razón, la inversión pública crecerá 0%, cuando debió hacerlo en 16%, y es probable que terminemos con un superávit fiscal. Dada la imposibilidad de aumentar el gasto, lo más sencillo es bajar los impuestos. Reducir en un punto el IGV significaría poner en el bolsillo de familias y empresas S/.2,800 millones. Una parte de este monto se trasladará a mayor gasto privado y contribuirá a reactivar, en algo, la economía. Es una medida fácil (se necesita solo una norma) y reversible cuando las condiciones cambien.
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