El presidente Humala ha mostrado señales de desorientación económica. Su carta al presidente del BCR, para que no reajuste su sueldo, es una anécdota (¿imagina a Obama reprochando a Janet Yellen algo parecido?). Un ejemplo más grave es su ilusión de ver a Petroperú reloaded, ignorando la situación de sus pares regionales. Con excepción de Ecopetrol, todas las petroleras públicas la pasan mal. PDVSA produce un tercio menos que en 1997 y debe importar petróleo liviano para sustituir la nafta que sus maltrechas refinerías ya no producen. La acción de Petrobras ha caído 40% en tres meses por sus escándalos de corrupción y la contracción de sus utilidades operativas. La producción de Pemex ha bajado 30% en diez años y sus resultados son deficitarios, por lo que México ha reformado su Constitución para permitir inversión privada en hidrocarburos. La preocupante desaceleración de la economía demanda un liderazgo presidencial atinado y decidido hacia medidas más sensatas y oportunas.
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