Santiago Pedraglio,Opina.21
spedraglio@peru21.com
Alan García, el inexorable candidato presidencial –no puede ser parlamentario ni alcalde, ni quiere un segundo en su partido–, es el candidato que mayor seguridad le otorga a la derecha económica empresarial y política del país. Ironías de la vida si se recuerda qué decían de él en la década de 1990 y parte de la siguiente.
Su teoría del perro del hortelano, favorable a la economía extractivista a cualquier precio, expresada en artículos publicados en El Comercio cuando era presidente, fue el pacto explícito.
Keiko Fujimori, aunque más cauta que García, quizá porque hoy por hoy su propósito principal es lograr el indulto de su padre, es solo el plan B de la derecha conservadora del país.
Por la herencia política que arrastra, su principal hinchada está entre los sectores populares, para quienes ella sí es el plan A.
Lourdes Flores afirma que no quiere ser candidata, pero su exitosa participación en la no revocatoria y el ímpetu con el que asume iniciativas relacionadas con Venezuela indican que puede caer en la tentación. Sin embargo, tiene una dificultad: ya no es la candidata preferida de la derecha política y empresarial –como sí lo ocurrió el 2001 y el 2006–, pero su fácil desplazamiento hacia la derecha recalcitrante le dificulta cualquier alianza con el único sector que le ha permitido compartir un triunfo: la centroizquierda.
En cuanto al oficialismo, aunque en sus fueros se asegura que Nadine Heredia no será candidata, hacen todo como si realmente pensaran lo contrario.
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