Santiago Pedraglio,Opina.21
spedraglio@peru21.com
Ella señala, con cifras del INEI, que la última década dorada de crecimiento de la economía nacional coincide flagrantemente con un espectacular crecimiento de la emigración de los peruanos. Así es, señoras y señores: a más crecimiento macroeconómico, mayor fuga de peruanos al extranjero.
Vamos con los números: en 1999, 45,428 emigrados; en el 2005, 165,877; en el 2008, 251,102; en el 2011, 272,000. El mundo al revés. El milagro peruano, en lugar de retener y atraer a la gente, la expulsa crecientemente. ¿Las razones de los migrantes?: “mejorar su situación económica (49.5%), “motivos de estudio” (21.8%) y “por contrato de trabajo” (11.9%).
De acuerdo con el artículo de Alvites, la Primera Encuesta Nacional de la Juventud, aplicada por el Estado el año 2011, indica que 48.2% de los jóvenes de entre 15 y 29 años “tienen la expectativa de vivir en otro país”; esto significa que la mitad de los que ingresan al mercado laboral piensan que les irá mejor si viven fuera del Perú. Y es que la razón principal de la fuga tiene nombre propio: bajos salarios.
Durante los últimos años la economía global del Perú ha crecido sobre la base del incremento de la explotación de sus recursos, el crecimiento de la agroexportación y de sectores industriales como el textil y, sobre todo, del sector servicios. En este contexto, la informalidad sigue reinando. La ventaja competitiva no está en el incremento de la productividad ni en la inversión sino en los bajos salarios de los trabajadores.
Además, el Perú sigue sin invertir en ciencia y tecnología (está a la cola en América del Sur). La clave de la competitividad, ahora, es la mano de obra barata. No es gratuito, por ello, que, del reparto del ingreso global, el porcentaje que corresponde a los trabajadores cada año sea menos significativo.
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