Kevin Johansen,Músico
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com
Sus conciertos son una verdadera fiesta. Atrévase a vivir la experiencia ‘Kevin Johansen’ mañana, en Embarcadero 41, donde presentará su nuevo disco Bi. Lo acompañará la gente de Bareto, con quien ha grabado una de sus últimas canciones.
Estrenaste Bi, tu nuevo disco en un avión. ¿Fue una locura o una manera de llamar la atención?
Me lo propusieron amigos de la disquera y de la aerolínea. Al inicio me pareció un tanto descabellado pero, como a mí me gusta sacar las cosas fuera de contexto –algo que ya había hecho en mis discos anteriores–, presentar el disco dentro de un avión me pareció una buena manera de lanzarlo. Y, la verdad, la experiencia valió la pena. Fue, literalmente, un lanzamiento… y de alto vuelo (risas).
¿Haces estas locuras en tu vida cotidiana?
Soy un tipo abierto y, a la vez, un artista muy crítico. Tengo sueños artísticos y creativos y, por eso, me gusta ser lo más original posible: trato de no copiar y ser lo más fiel a mi esencia. Me ha costado pero también es lo que me tocó. Soy un ‘degenerado’, un hijo de madre argentina y de padre yanqui y esto también es mi esencia. Quizás todo esto se refleja en lo que hago.
¿Qué tan original se puede ser en el mundo de la música pop?
Lo más original que uno desee. Ahora vivimos una apertura muy grande de la gente, quien está muy perceptiva y muy receptiva hacia lo diferente. Hasta en los más jóvenes hay más conciencia de los productos que te dan una energía intravenosa, no superficial. Hoy hasta los éxitos se clonan: vemos veinte Radiohead, veinte Ricky Martin. Sin embargo, dentro de este terreno, los ‘alternativos’ hemos demostrado que podemos ser ‘comerciales’, ‘populares’. Ahora tenemos una aceptación más grande, porque, además, como Warhol, hacemos creaciones que abarcan todo: el folclor, el rock, la cumbia. Igual, en mi epitafio se podría poner ‘siempre original’
Siempre dices que eres un ‘des-generado”…
Sí. Es una manera de decir que me gustan todos los estilos, todos los folclores, todas las canciones.
Dicen que la cultura está en crisis, que todo se está uniformizando y que sus creaciones son monótonas, parecidas. ¿Qué opinas?
Exactamente lo contrario. Hay un discurso que habla negativamente sobre la globalización sin darse cuenta que el arte nos ha acercado como seres humanos, y que precisamente en él se cristalizan las identidades y los géneros y los folclores. Yo, que viajo por América Latina, siento una empatía que hace unos 15 años no existía. Hoy ha desaparecido el temor al otro… quizás porque nos conocemos más las mañas (risas). Precisamente, que en Lima me junte con los Bareto tiene que ver con este acercamiento.
Bi habla de ser ‘bilingüe’, ‘bicultural’. ¿Alguna vez hubo un conflicto de identidad en ti?
No. Tuve la fortuna de tener una madre argentinísima y muy divertida quien, por ejemplo, decía cosas así: “Mírame, quién diría que iba a terminar casada con un gringo, yo que soy antimperialista (ríe)”. Yo me río de mi origen y, obvio, también lo disfruto pues, cuando se tienen dos países, tienes dos motivos para alegrarte y, claro, también para indignarse. Yo creo en el buen nacionalismo, no en el que viene con bandera y conflicto. Acabo de escuchar un corrido mexicano que dice: “Yo no crucé la frontera, la frontera fue la que me cruzó”. Linda frase que nos pide borrar toda frontera ficticia.
¿Sientes que te vemos como un gringo?
La ironía es que tengo el nombre y la pinta de gringo, pero me tocó ser criado por mi madre desde los 11 años. Ella fue la que me concientizó y me hizo apreciar la cultura latinoamericana. Pero tampoco reniego de mi parte gringa, pues admiro su ética de trabajo, su esfuerzo. Es más, yo viajo por el mundo con mis dos pasaportes, el argentino y el yanqui.
¿Eres muy ordenado?
Cero, soy bastante caótico, pero tengo cosas que me protegen del caos. Hay un orden en mi locura, una manera de manejarme dentro del caos.
Tus conciertos son una fiesta…
Allí vivimos un caos amable. En mis recitales se crea una fiesta con descontrol, pero todo dentro de un clima de empatía. Como músico, mi tarea es borrar las fronteras entre las personas y los géneros, y demostrar que todos estamos más cerca de lo que imaginamos.
¿Es consciente tus ganas por agradar?
Sí, pero también soy antidemagogia. Yo no soy como Bono, de U2, que en Venezuela se pone la vino tinto y, luego, en Brasil se toma una foto con Lula. Yo no dejo de reírme nunca de mi mismo, y esto es percibido por la gente, quien, felizmente, sabe interpretar mi comportamiento. Yo me siento un poco como Woody Allen, quien dice que un pesimista es un optimista con experiencia (risas).
AUTOFICHA
- En mí sigue el creador de Instrucción Cívica, la banda donde creé La chica tartamuda. Estoy orgulloso porque éramos de las pocas bandas que no copiaba a nadie.
- He tocado en el último disco de Bareto, pero también con Los Jotos, la banda alternativa de Rubén Albarrán, el cantante de Café Tacuba.
- En Bi, mi último disco, hago un cover de Everybody Knows, de Leonard Cohen, junto con Lou Reed –a quien cito en No digas quizás–, uno de mis dioses musicales.
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