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Menos acrobacia y más placer

¿Es necesario marearse con poses exóticas y desafiantes como ‘cocodrilo devorando una perdiz’ o ‘dragón alzando vuelo’?

(Internet)
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Las poses sexuales son fuente de eterna inspiración. Basta repasar algunos títulos comerciales de libros para entender la magnitud de este tema. ‘El Kama Sutra Moderno: La última guía de los secretos del placer erótico’. ‘El Libro Negro del Kama Sutra’. ‘Posiciones sexuales: 50 poses que probablemente no has intentado’. ‘Poses sexuales que nunca creíste posibles’. ‘Pose del día: Sexo todos los días y de todas las formas’. ‘101 posiciones: Nuevas y tórridas poses suaves hasta salvajes’. ‘365 movidas: Poses para tener sexo de manera distinta cada día’.

Hasta el espiritual Deepak Chopra, gurú de la autoayuda, ha escrito un libro llamado Kama Sutra, a secas.

Es un tema inagotable, al parecer. Sin embargo, habría que preguntarse cuántas poses puede realizar una persona en toda su vida. Que alguien ensaye 365 poses nuevas cada día es, ciertamente, sospechoso. No es imposible, ojo, pero es inusual en la vida real. ¿Cuántas poses prueba una pareja común y corriente? ¿Cinco, seis, diez, veinte?

Lo cierto es que hay tres posturas que pueden considerarse las básicas o las más practicadas: hombre arriba (‘misionero’), mujer arriba y la penetración posterior (‘doggy style’ o ‘perrito’). Lo demás son variantes moldeadas según la creatividad y el capricho. A pesar de la abundante oferta, hay quienes están felices con una sola. Por ejemplo, Tom Chiarella, reportero de la revista Esquire, hizo alguna vez una sólida defensa de esta clásica postura. “Me gusta el misionero. Me gusta el rostro, el mentón, el cuello. Las respiraciones honestas, dibujadas desde un aliento a otro. Palabras. Lo que sea que digas, a cualquier volumen. Palabras”, escribió. Es decir, más que una postura aburrida en términos gimnásticos, el misionero puede ser una forma de descubrir el cuerpo del otro a un nivel más íntimo.

En general, la pose ideal es aquella en la que ambos se sienten cómodos. Ya sea practicando el misionero, el perrito o alguna pose que rinda tributo al mítico ‘escorpión’ del portero René Higuita. La curiosidad puede ser una motivación poderosa, pero es la comodidad lo que finalmente moldea los gustos. Hay que tener en cuenta que existen posturas que, simplemente, no podrán ser disfrutadas por la influencia de factores como anatomía, estado de ánimo, estado físico, edad o hasta prejuicios. Hay posturas que pueden causar calambres, luxaciones, fracturas. Lo adecuado es que cada quien conozca sus limitaciones. A fin de cuentas, lo más importante no es el número de poses que la pareja vaya tachando en la lista de “cosas por hacer”, sino la búsqueda del placer mutuo. A veces, conseguirlo puede ser más difícil que ejecutar una pirueta.

SABÍA QUE

- La pose del misionero debe su nombre a los misioneros europeos que evangelizaron el Nuevo Mundo. Una teoría dice que los nativos solían practicar diversas posturas, cosa que no era del agrado de los misioneros. Por ello, decidieron difundir que la postura “correcta” era la del hombre arriba.


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