22.NOV Viernes, 2024
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Opinión

El solo hecho de que dictadores como Hugo Chávez y Nicolás Maduro y presidentes poco democráticos como Rafael Correa, Cristina Kirchner o Evo Morales hayan tenido un programa en la TV, ya es un razón poderosa para resistirse a la tentación de tener o creer tener más poder por contar con un espacio televisivo. En la Venezuela dictatorial hasta la esposa de Chávez aparecía en pantalla. Esta tenebrosa e inevitable asociación debió hacer pensar a los asesores del Presidente Kuczynski que no necesita más pantalla.

Preguntas como quién paga a camarógrafos, viajes, producción, edición no han sido respondidas claramente. En la primera edición de ‘Conversando con el Presidente’ no hay créditos. Y un programa de TV tiene costos que se compensan con los ingresos por publicidad. El gobierno de Ollanta Humala narcotizó a los medios con una lluvia de millones en publicidad estatal. Cierto que el bajo crecimiento económico no alentaba a la empresa privada a gastar en publicidad. Igual ocurre ahora. Entonces la pregunta cae de madura: ¿los medios que repitan el programa quincenal de PPK que aparece primero en el canal del Estado brindarán graciosamente la media hora que dura? Todos sabemos que no hay lonche gratis.

Quienes trabajan en TV no se sostienen sin audiencia (‘rating’). El Presidente tendrá corona frente a esta cruda e inapelable realidad. Honestamente, el programa es un ‘plomazo’ como se dice en el periodismo. La entrevistada, la ministra de Educación, termina haciéndole preguntas al Presidente sobre si fue becado, si estudió música, si practica deporte. Seguramente no fue su motivación, pero la dedicada ministra aparece disforzada, lisonjera, azucarada. Y PPK siempre con su denominado ‘humor inglés’ dice: “hemos venido a la punta de este bello cerro” donde está el colegio de Huancabamba.

La prédica versa, entre otros, en lo necesaria que es la educación inicial. En el Perú la oferta de CEI no satisface la demanda y el ciudadano no quiere floro sino escuelas. Filmar a escolares y asociarlos a la imagen presidencial es tan polémico y cuestionable como su utilización de estos en las campañas electorales. Los profesores aplauden. Por supuesto el colegio luce impecable aunque no presentaron los baños, con el eslogan “una sola fuerza” colocado en las paredes.

Ya vimos clases de gimnasia de los ministros y el Presidente, una situación ridícula. Si los asesores de Palacio creen que el acartonado programa elevará la aprobación presidencial, se equivocan. Mejor sería utilizar ese oneroso espacio en una campaña contra el dengue, o la violencia contra la mujer. Más educativo y efectivo. Que el Presidente quiera más poder con esta emisión revela debilidad o vanidad. Su tarea es dirigirnos por el buen camino, no aburrirnos con un malo e innecesario programa.


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