El título original, “El manifiesto comunista”, lectura obligada e inspiradora en la generación de los setenta, empezaba de manera misteriosa: “Un fantasma recorre Europa…”. Emulándolo podríamos decir: una alucinación intoxica al Perú, el antifujimorismo. Quienes están ajenos a pasiones tan básicas, sobre todo en un país como el nuestro, siempre nos preguntaremos el porqué. Hay hipótesis, bien informadas, que apuntan a una disputa algo cainita por el “premierato” (así es el poder, no necesariamente la práctica política).
Apunta el planteamiento a que en el gabinete de PPK hay dos alas: una que busca hacer del antifujimorismo el sustento de la alicaída popularidad del presidente pero que tiene su ‘recutecu’. A saber: aglutinar el antifujimorismo y hacerse de la presidencia en el 2021. Por eso, tanta reflexión inútil sobre la cuestión de confianza y el acercamiento a quienes tienen el control del Congreso, guste o no.
Un manifiesto realista solo puede constatar que desde hace seis meses nos pasamos –como en partido de ‘ping pong’– girando la cabeza de un lado al otro. Que si Keiko Fujimori está deprimida o sonríe forzadamente, que si la canasta congresal cuesta 40 soles menos en el mercado, etc. En fin, delirante. Lo cierto es que el ex ministro de Educación –si no, quién– debe responsabilizarse, como ocurrió con otros, de los malos manejos en las compras por 150 millones de soles en computadoras o de los 33 millones perdidos del Comité Olímpico que aún no se aclaran.
Muchos queremos una caja de vidrio y saber cómo se repartieron los 250 millones de dólares que usó la gestión anterior para imagen institucional. En cristiano: márketing político. La nueva ministra es una pedagoga y sabe cómo aprende el ser humano, ojalá profundice e invierta en infraestructura realmente. Ella sabe que los baños escolares denigran la dignidad humana, que empiece por ahí.
El diálogo se dio, y aunque esperado, terminó siendo criticado. Que por qué en la casa del cardenal, que debió darse con todos a la vez. Pamplinas. Si las dos fuerzas políticas, el Ejecutivo y el Legislativo, no cooperan para que el Perú –que es de todos– se desarrolle, estamos más que fregados. Un crecimiento de 4% para el 2017 lo único que asegura es más cacos y más violencia en las calles. Ergo un retraimiento de la inversión, del empleo y de todo lo demás. No es tan difícil de entender.
Los hospitales languidecen, la anemia creció y perdemos tiempo en el infantilismo más pueril, inútil y electorero. Dicen, no lo sé, que en los 60 minutos que conversó con Keiko Fujimori, el presidente le preguntó si lo quería vacar. Con ese sambenito atizaron con brío la inestabilidad política quienes quieren sepultar y di-sol-ver al fujimorismo, mientras se busca agudizar los conflictos sociales en el corredor sur. ¿Qué es más importante de atender? Juzgue usted.
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