Mijail Palacios Yábar
@mijailpy
Este 15 de julio, empieza la edición 21 de la Feria Internacional del Libro de Lima, que trae novedades como la presencia, por primera vez, de un premio Nobel, el francés Jean Marie Gustave Le Clézio. Pero también se anuncia una medida que causa polémica: el aumento del precio de las entradas. Sobre lo bueno, lo malo y lo feo conversamos con José Carlos Alvariño, director de la Comisión de Ferias de la Cámara Peruana del Libro.
¿Qué se puede subrayar de esta nueva edición de la FIL?
Hay un equipo administrativo con mucha experiencia, como Liliana Minaya y Román Aragón. Además de contar con el diseño del arquitecto Augusto Ortiz de Zevallos, con quien empezamos en 2014. Él también ha ido adaptándose a esta cosa extraña de recinto temporal, que es el 70% de la inversión. Es un hándicap frente a otras ferias.
¿Qué mejoras hay este año?
En los servicios. Siempre había problemas porque los auditorios eran con panelería simple, y ahora los ocho auditorios son acústicos. Hay pantallas gigantes. En cuanto a los baños, los hemos mejorado. También tenemos el patrocinio de la PUCP y del BBVA, que permiten traer al Nobel.
¿Por qué aumentaron el precio de las entradas?
La inversión que hemos hecho es bastante mayor. El patrocinio nos ha dado los medios para tener un auditorio acústico grande y poder traer a Le Clézio. Para los asociados de la Cámara Peruana del Libro la FIL es un momento importante, porque representa un alto porcentaje de sus ventas. Hay gente cuya única compra de libros en el año es en la feria, y no vuelve a pisar una librería.
¿El aumento de los precios no ahuyenta al público?
Pero uno se pone a ver cuánto cuesta el cine o una cerveza… Los que leen van a ir, pues ya saben que ahí están todos los libros, vienen los escritores, y que no me vengan a llorar por dos soles (la entrada se incrementó de S/5 a S/7). Lo que es más difícil es jalar a los que no leen, por eso es que tenemos tremendos espectáculos, escritores mediáticos, ‘youtubers’. Atraemos al público que va a buscar entretenimiento; hay un buen patio de comidas, teatro infantil, conciertos…
El factor precio también ahuyenta al que va más de una vez a la feria.
Todas las decisiones de este tipo tienen su riesgo, no me van a alabar por subir el precio. Pero la junta directiva de la Cámara Peruana del Libro también tiene el mandato de hacer una feria del libro rentable, que significa no perder plata. Si queremos seguir mejorando, no me voy a ir al ‘tas con tas’, ¿y el otro año qué? Para el 2017 ya tenemos un buen invitado y ya estamos alistando la feria del 2018. La visita de Le Clézio rebotará en el mundo.
¿Qué tan complicado es hacer una feria del libro?
Sobre todo porque no hay un espacio apropiado. Imagínate, con toda la plata que gastamos en armar el recinto, podríamos traer a más premios Nobel.
Pero han logrado buena respuesta del público en las ediciones pasadas, ¿no?
Sí, pero no hay librerías en el Perú; no llegan a 100 y de las cuales 40 están en Miraflores. Un tercio de los libros que se venden son piratas.
¿Cuántas veces han pedido el apoyo del Estado?
Uy… Ni siquiera pone un sol para la feria. Argumentan que no hay presupuesto. En Bogotá, la feria la financian la municipalidad y el Ministerio de Cultura.
Otra de las críticas es el aumento de los precios de derechos de sala para escritores jóvenes y el incremento en 20% en los stands.
Las salas nos cuestan 350 soles por hora. Tenemos que levantar la sala, ponemos a dos asistentes, agua para los ponentes; sales en los 100 mil ejemplares del catálogo, en redes sociales; tú mismo te frotas el pecho diciendo que estás en la FIL y no pagas nada… Hay una suerte de indignación mal dirigida. Claro que queremos vender libros y ganar, comer, a eso nos dedicamos.
Las críticas apuntan a que solo importa el lucro.
Somos pro, no anti. Buscamos soluciones; nosotros peleamos por la Ley del Libro, para que la industria editorial se fortalezca. Podríamos hacer una feria solo con libros y ya, entran gratis y que sea un supermercado inmenso. Pero no, nosotros queremos que haya nuevos lectores.
¿Qué opina de la ANTIFIL?
Celebramos la ANTIFIL. Todas las ferias grandes del mundo tienen sus hijos rebeldes. Lo celebro porque es un nuevo espacio de promoción de autores, del libro y de pensamiento. Toda sociedad tiene su contracultura, espero que esos exponentes estén a la altura de otras realidades.
Patricia Paz, ex trabajadora de la FIL, ha denunciado que se hacen gastos innecesarios y que hay informalidad.
A Patricia le tengo cariño… Hacer una feria es como una batalla, una película; muy intenso, mucho estrés. En la Cámara, respetamos todas las leyes laborales y no debemos nada a nadie. Ella tiene derecho a opinar.
Uno de los invitados de la feria es ‘NIK’, quien es acusado de plagio.
En el mundo de los egos siempre hay pleitos. No tiene ninguna sentencia judicial ni nada parecido. Entonces, no pasa de ser una anécdota.
¿Qué mea culpa haría?
Debimos presionar más por políticas culturales alrededor del libro.
AUTOFICHA
- “Tengo 54 años, estudié Ingeniería Industrial. Viajo en transporte público o bicicleta. Tengo dos hijos: Nicolás y Paulina, grandes lectores. La promoción del libro es importante porque competimos con un abanico de entretenimiento que no está alimentando los cerebros”.
- “Mi escritor favorito es Julio Cortázar. En la adolescencia, la educación sentimental de uno se aprende bastante en los libros. Rayuela fue como un barrio con amigos al que siempre regresaba y hasta ahora lo hago. También me gusta Roberto Bolaño”.
- “Estoy en la Feria Internacional del Libro desde la edición 19. En mis dos primeras ediciones estuve en la junta directiva y ahora soy director de la Comisión de Ferias. Es una linda experiencia, porque te ayuda a ser promotor de la lectura. La feria es un servicio al ciudadano”.
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