El 23 de junio se celebró el referéndum que plantea la posibilidad de la salida del Reino Unido de la Comunidad Económica Europea. En este referéndum se votó mayoritariamente por la separación (Brexit) de la comunidad. Fue un resultado ajustado, de casi 51%, el que permitió la salida del Reino Unido.
Inmediatamente, las bolsas de valores en el mundo reaccionaron a la baja, y no fue extraña la performance negativa de nuestra bolsa frente a la incertidumbre provocada por la salida de la isla en la comunidad económica. El euro se depreció frente al dólar, como resultado de la incertidumbre sobre la sostenibilidad financiera de la Unión Europea (UE). Es muy probable que los capitales se hayan movido buscando refugio en el dólar y el oro; este último también ganó valor y ha tocado la barrera de los 1,300 dólares la onza.
Esta salida responde mucho al descontento de un grupo de personas de la fuerza laboral inglesa que no quiere que la migración abarate los salarios en la isla. Reino Unido siempre se ha mostrado reacio a integrarse completamente a la UE e incluso ha mantenido su moneda, la libra esterlina, en paralelo al euro. Asimismo, la visa para Reino Unido siempre ha sido, desde sus inicios, diferenciada del resto de la UE.
Esto es una muestra de que la comunidad económica no es sólida, agrupando países con mucha vulnerabilidad y que contrastan con otros que tienen mejores fundamentos económicos. Es el caso de Grecia vs. Alemania.
La inestabilidad de la bolsa local de valores es temporal y los rebotes del dólar también. En estos momentos, la moneda estadounidense va a tener presiones a la baja producto de la venta de dólares por parte de las empresas, a fin de cumplir con el pago de gratificaciones de medio año. En el largo plazo sí nos afectaría la evolución de Europa, en especial de España, que es un socio comercial importante de nosotros.
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