Alberto Plaza,Músico chileno
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com
Alberto Plaza, el cantautor chileno, solo le canta al amor… y a eso viene a Lima, a ofrecer tres shows íntimos en La Estación (Pedro de Osma cuadra 1, Barranco). La cita es este 13, 14 y 15 de febrero. Entradas: La Estación.
Empezó a cantar a los cinco años, compone desde los 17, ¿cómo ha ‘sobrevivido’ a una carrera tan larga?
Es un impulso natural que tengo desde que nací. Es algo con lo que uno nace; algo a lo que uno, finalmente, solo le queda obedecer. Yo hice cosas que me alejaron de este impulso vital, tomé otra ruta –muchas veces siguiendo los consejos de amigos, familiares, profesores-, quise hacer algo más tradicional; seguí tres carreras universitarias en un intento por ser ‘normal’, pero, finalmente, el impulso musical se impuso. Por eso, agradezco haber sido tan porfiado, y con una vocación tan grande, no es posible sentir que uno ‘sobrevive’ en el oficio, al contrario, es algo que no se puede abandonar, algo que se toma con mucha alegría y con mucha responsabilidad.
Lo querían alejar de la música…
Me tironeaban la camisa: tienes que ser médico”, “tienes que ser ingeniero”, “tienes que ser un profesional de verdad”. Venía de un colegio donde ser músico no estaba en el menú. Mi padre fue ingeniero; mis abuelos, abogados. Pero, como soy porfiado, persistí, y hoy esta forma de ser me la celebran todos quienes gustan de mi música.
Imagino que le decían que la música lo iba a perder, que lo llevaría hacia la bohemia…
Exactamente. Mi educación fue muy rigurosa; mi familia muy estricta y linda, llena de valores y, por eso, entiendo sus miedos: hay un deseo natural –de los padres, de la familia- por la estabilidad, y la música no es una actividad estable, el éxito nadie te lo garantiza. Pero lo que muchos no saben es que la música es una profesión que te exige ser muy responsable, muy disciplinado, muy riguroso. Cómo no ser disciplinado si uno no tiene jefe… y si sigo cantando es porque soy metódico y responsable.
¿Cayó en la bohemia?
Como todo ser humano, he vivido todos los capítulos: he tenido altos y bajos, alegrías y sinsabores… todo lo que un ser humano vive hasta llegar a los 51 años que tengo hoy, que paso por mi mejor etapa, nunca he estado mejor. Como dice Silvio Rodríguez: “He llegado a la ‘edad media’ en el mejor punto de mi vida”. No siempre tener una vida intensa es entretenido: hay gente que pasa por esta vida de forma disciplinada, ordenada y es feliz. Es más, esta debe ser nuestra máxima aspiración, que la vida sea lo más estable posible y que los altibajos se mantengan lejos: dormir poco, salir de farra, no es deseable para nadie; lo deseable es que una persona coma bien, que duerma ocho horas al día, que haga ejercicios, etcétera.
¿El rock fue una posibilidad musical para usted?
No, nunca fui rockero. Siempre estuve ligado a la trova, a la música latinoamericana, a la música andina. Me justaban Inti Illimani, Illapu, Mercedes Sosa y, después, descubrí a Silvio Rodríguez. Desde entonces, la canción de autor se convirtió en mi centro.
Yo diría que su centro es la canción romántica…
Estoy enamorado de todo: para mí la vida es un enamoramiento permanente. El ser humano, el artista, solo le canta al amor, a un mundo mejor. Fíjese en AC/DC y Mozart, en Picasso y Leonardo. Algunos lo hacen desde la rabia, otros desde la frustración, algunos desde la alegría, otros desde la ternura. ¿Yo? Desde la esperanza.
¿Amó para luego transmitir esas sensaciones e historias en sus canciones?
Casi siempre. Muchas de mis canciones nacieron de mi experiencia, pero no le canto solo al amor de pareja, también hablo del amor por el mundo, pero, sí, voy cantando lo que vivo. Desde la música, y con una guitarra, soy un cronista de la vida.
¿La guitarra es una extensión de su cuerpo?
Lo has dicho de forma muy precisa: es una extensión de mi cuerpo. No tengo ningún recuerdo donde me vea sin una guitarra: la toco desde que tengo cinco años. Antes la sentía una especie de escudo que me protegía del público, pero siempre ha sido mi gran compañera creativa. Por eso, los shows que haré en Lima serán tan bonitos: tocaré mis canciones tal y como las compuse, con una guitarra en la mano.
Ha tocado para 80 mil personas… pero en Lima dará tres shows íntimos…
Son desafíos distintos. En los megaconciertos no hay rostros, solo una masa que se comporta como un individuo. En los conciertos pequeños el diálogo con el público sí es posible, la interacción se hace evidente. Yo disfruto ambos desafíos.
Creció en plena dictadura de Pinochet…
En 1973, cuando tomó el poder, tenía 11 años, y no tenía mucha conciencia de lo que pasaba. Por entonces solo me interesaba la música, la ‘U’ de Chile y la lectura: como en mi casa no se podía ver TV, mi mundo era la música, los libros y el deporte; la política no estaba en mi ambiente, en el lugar donde crecí.
AUTOFICHA
- Tengo una canción que se llama Febrero 14. Yo le canto al amor, a la esperanza. Sé que a muchos no les gusta este día, pero yo disfruto de la diversidad humana.
- Con Gian Marco tenemos una amistad de muchos años. Admiro su carrera y su talento: es uno de los grandes artistas de América Latina.
- Mi vínculo con el Perú se remonta a los años 80: mis primeras promociones las hice en Lima. Desde entonces, y por el cariño de la gente, no he dejado de venir.
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