Guillermo Giacosa,Opina.21
ggiacosa@peru21.com
Por ahora, fricciones con socios cercanos como Francia, pésimas perspectivas de negocios –como con el petróleo brasilero o la venta de aviones a ese mismo país– y odios más recalcitrantes en aquellos países en donde interviene directamente. ¿Compensan estos apretados ejemplos (hay muchos más) los inmorales beneficios que produce el espionaje? Creo que no, y también creo que a EE.UU. le importa un bledo. Son arrogantemente indiferentes. Imagino que hasta les sorprende que los países espiados no se sientan honrados de ser vigilados por tan venerable superpotencia. Harán, seguramente, un insignificante gesto de buena voluntad pero, no tengo ninguna duda, seguirán procediendo de acuerdo con la agenda que ‘Dios’ les ha encargado como gendarmes de la humanidad. Hay algo trastornado en esa conducta, algo que no se compadece de las repetidas y huecas invocaciones a la democracia, a la libertad y a todos los valores que, de tanto manoseo, se han convertido en un jeroglífico indescifrable incluso para EE.UU.
A la prensa local, este problema parece no preocuparle demasiado. Tampoco nuestros políticos se han mostrado afectados. Es evidente que no harán espionaje industrial en Perú, y como los problemas de corrupción a los gringos los tienen sin cuidado, pasamos piola. Saben, además, que los guiños a la izquierda son de ficción y que el orden establecido es lo suficientemente fuerte como para alinear a cualquier gobernante insumiso. Preocuparse sería descortés con Estados Unidos y un gesto ajeno a las tendencias autistas que imperan.
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