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Opinión

Cuando publiqué en mi Facebook lo que sentía por la elección de Bergoglio, puse exactamente, y letra por letra, lo que experimentaba. Hace rato que sigo los juicios contra las juntas militares que desaparecieron 30,000 argentinos y donde, como es lógico, se recoge el testimonio de los hoy reos, ayer represores.

Guillermo Giacosa,Opina.21
ggiacosa@peru21.com

Y todos, especialmente el general Videla, que es un cristiano más cerca del fanatismo que de las enseñanzas de Jesús, repiten que su relación –y la de los suyos– con la jerarquía católica era de una total armonía. No se cansa en destacar la buena relación existente entre la cruz y la espada. Relación de la que, por otra parte, guardan doloroso recuerdo las poblaciones aborígenes de nuestra América.

La Iglesia Católica argentina fue cómplice de la barbarie militar. Solo yo tengo 14 jóvenes amigos asesinados. Otros perdieron a sus padres o a sus hijos, y otros, bebés aún, fueron entregados, en su gran mayoría, en custodia a familias de policías o militares.

Francisco, ayer Bergoglio, sabía lo que ocurría y se le ve en varias fotos posando sonriente con el brujo mayor del holocausto argentino. Hay, además, denuncias contra él por no haber evitado la muerte de dos jóvenes jesuitas revoltosos y no está clara su participación en la repartición de bebés cuyas madres eran asesinadas al finalizar el amamantamiento.

Curiosamente, Bergoglio, quien jamás dijo esta boca es mía contra la dictadura, se despacha diariamente contra el gobierno democrático y popular actual. ¿Es su derecho? Sí, pero sé prudente y, si callaste frente a las atrocidades, respeta a quienes nos liberaron de su herencia.


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