Es evidente; el proceso de regionalización no ha sucedido como se esperaba. La corrupción la manchó y costará mucho limpiar esa mancha que tiene. Pero no queda otra que tirar para adelante y demostrar que sí se puede gobernar con honestidad. Ese es el desafío de las autoridades regionales y municipales recientemente elegidas. Pero aparte de honestidad, también se tiene que demostrar capacidad y eficiencia. Al respecto, el factor humano resulta crucial en este tema. ¿Cómo cambiar la actitud de funcionarios y trabajadores del sector público apáticos, ociosos e indolentes, acostumbrados a vegetar en sus puestos de trabajo, en vez de servir y atender con eficiencia y cordialidad a los ciudadanos? He ahí el gran desafío de las autoridades regionales y municipales del país. En ese sentido, solo el tiempo dirá si la regionalización logró sacudirse de su mancha actual.
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