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Opinión

En un fallo de mil quinientas páginas, emitido en Sydney el 5 de noviembre, una jueza federal australiana declaró culpables a la calificadora de riesgo Standard and Poors y al banco ABN-Amro por haber mentido a los inversores.

Guillermo Giacosa,Opina.21
ggiacosa@peru21.com

“Los engañados –según Roberto Bisio– fueron doce municipios de Nueva Gales del Sur que en 2006 compraron al banco papeles de inversión denominados ‘Rembrandt’ a los que Standard and Poors había dado la nota AAA, reservada para las inversiones ‘extremadamente sólidas’”. Sin esa nota los municipios no hubiesen hecho tal adquisición. Se trataba, nada menos, que de los fondos de pensión de sus trabajadores. Los papeles recomendados por Standard and Poors colapsaron con la crisis financiera global y los inversores perdieron el 90% de los ahorros de sus funcionarios, unos dieciséis millones de dólares. Cifra significativa para los interesados, pero pequeña si tenemos en cuenta las pérdidas multimillonarias ocasionadas por la crisis del 2008. El fallo, del que debieran tomar cuenta los mandatarios del G20 –que hablan pero no actúan contra las calificadoras de riesgo ni contra los paraísos fiscales– debiera servir de ejemplo a los periodistas que aun hoy, luego de todo lo ocurrido, siguen mencionando a estas calificadoras como si se tratara de certeros oráculos. La jueza australiana dijo que se había difundido “informaciones ‘falsas’ o ‘negligentemente distorsionantes’”. Que el producto fue disfrazado como bueno, utilizando un modelo matemático sesgado y tomando datos sabidamente “exagerados” para que dieran el resultado mínimo que Standard and Poors requeriría para su nota máxima.


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