Ya van cuatro muertos y decenas de heridos en la provincia de Cotabambas, Apurímac, producto del enfrentamiento entre manifestantes y policías por el proyecto minero Las Bambas, además de la declaratoria de estado de emergencia en la zona. El ex ministro del Interior Fernando Rospigliosi analiza y opina sobre esta situación.
¿Lo ocurrido con el proyecto minero Las Bambas confirma una vez más la incapacidad del gobierno para prevenir y resolver conflictos sociales?
Claramente, el gobierno es inepto e incapaz para enfrentar conflictos sociales. Cuando hubo elecciones en el 2011, los que apoyaron a Humala decían que lo respaldaban entre otras cosas porque él era el que conocía de este tema y que podía tratar mejor los conflictos sociales, y lo que hemos visto en estos años es que, sin duda, en eso también era el peor. No hay nadie que lo hubiera podido hacer peor. Conga, Pichanaki, Tía María… Estamos viendo que es un gobierno que no atina a enfrentar adecuadamente los conflictos a pesar de las experiencias que ha habido.
La PCM ha realizado mesas de diálogo y desarrollo en la zona. La empresa se supone que ha trabajado de la mano con las comunidades donde tiene impacto. ¿Qué es lo que ha fallado?
Esas mesas de diálogo son completamente inútiles si van solas. Hasta donde yo conozco, lo que está ocurriendo es que este conflicto está movido por los intermediarios. Es decir, ya está terminando la etapa de construcción de este proyecto y esto ha dado lugar a que se creen y desarrollen una serie de empresas que están prestando servicio a Las Bambas, y esto está por terminar. Esa gente es una de las fuentes principales del conflicto, que azuzan y financian estos enfrentamientos. El tema del estudio de impacto ambiental (EIA) es una forma de cubrir los verdaderos problemas.
Justamente se dice que el reclamo de los ciudadanos es porque la empresa habría modificado el EIA que presentó en el año 2013.
Estoy seguro de que el 99.9% de la población no tiene idea de lo que se ha podido modificar ahí. Esas son cosas técnicas y difíciles de entender. Insisto, ahí hay otros temas. Siempre se recurre a eso.
¿Por qué cree que no funcionan esas mesas de diálogo? ¿Qué alternativa o solución habría, entonces?
En esas mesas solo participa parte de la gente. Son, por lo general, para dirigentes. Por eso suelen ser insustanciales y nunca resuelven ningún problema. Lo que se requiere es tener operadores del Estado permanentemente sobre el terreno. De nada sirve que ministros vayan una vez cada dos semanas, una vez al mes o una vez cada dos meses. Los adversarios que generan estos conflictos están todo el día ahí, las 24 horas, siete días a la semana.
Se sostiene que avivan esta protesta azuzadores políticos de izquierda, entre ellos el ex cura Marco Arana. ¿Hasta qué punto estarían involucrados?
Hay, de hecho, gente de ese grupo que está ahí, pero ellos no tienen la influencia ni la capacidad, ni la organización ni el liderazgo para crear y conducir un conflicto de estas dimensiones. Ellos están tratando de aprovechar políticamente el conflicto. Porque, además, la gente no se mueve por ideologías, se mueve por intereses.
En medio de este grupo de actores involucrados, ¿dónde queda la población afectada y qué rol juega?
Gran parte de la población ha estado también beneficiándose de los trabajos y las ayudas que ha habido en este proceso de construcción de la mina que ha durado años y, como digo, ha incorporado una cantidad enorme de trabajadores y me imagino que sienten que se les está yendo todo esto. En parte, también, está el miedo a que vaya a haber contaminación, pero recordemos que esto no ha salido durante todos los años de construcción en los que la gente se ha beneficiado.
El gobernador de Apurímac ha dicho que la población no rechaza el proyecto minero en sí, sino que es un cuestionamiento al posible impacto ambiental.
Creo que están tratando de disfrazar las verdaderas razones de la movilización. Es verdad que existe, hasta cierto punto, un temor a la contaminación, en fin. Pero, como digo, eso no lo manifestaron antes, sino cuando los empleos están a punto de acabarse.
¿Cree que estamos viviendo una oleada antiminera en el país?
A la luz de lo que hemos visto en los últimos años, no cabe duda. Ahora, las razones son distintas. No es igual Conga a Tía María o Tía María a Las Bambas, pero la situación es gravísima, porque el Perú ahorita está en una situación en que la economía está creciendo muchísimo menos de lo que crecía antes. El motor de la economía ha sido sin duda la minería y el gas, y ahora nos estamos quedando prácticamente sin nuevos proyectos mineros y esto va a empeorar la situación del país en el curso de los próximos años.
¿Cómo calificaría la actitud que ha tomado el presidente Ollanta Humala respecto a este conflicto?
Con absoluta ineptitud. Con el llamado que hizo ayer, parece el cura de la parroquia, no el presidente de la República. Dijo: “Bueno, yo llamo a que no haya violencia”. Él tiene que asumir el liderazgo y trazar el camino para solucionar el problema.
AUTOFICHA
- “Lo que se debe hacer primero (con Las Bambas) es restablecer el orden en la zona. Si no, no hay posibilidad de diálogo. Lo que tiene que asumir ahora el gobierno y la empresa es de qué manera se resuelven esas expectativas de la población para salir de este conflicto”.
- “Naturalmente también hay gente que se sube al carro en esta protesta. Seguro a Marco Arana lo vamos a ver desfilando en los medios en los próximos días hablando del extractivismo y todas las tonterías que suele decir”.
- “El gobierno tiene que negociar. Tiene que decir qué va a pasar con toda la gente que deja de trabajar en la zona, conversar con los intermediarios, negociar los problemas reales. Y tienen que instalar de todas maneras operadores permanentes en Apurímac”.
Por Diana Hidalgo (diana.hidalgo@peru21.com)
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.