Guillermo Giacosa,Opina.21
ggiacosa@peru21.com
En su inmensa mayoría, simples campesinos vendidos como terroristas a la superpotencia. Actualmente el FBI tiene 15 mil espías para prevenir actos terroristas. Dichos espías –llamados topos– cobran 100 mil dólares por cada caso que logren anticipar. Resultado cantado en una sociedad que honra el dinero: los topos incitan a ciertos ciudadanos, cuyo perfil los hace propicios para dicho estímulo, a que armen una trama que podría debilitar la seguridad nacional de los Estados Unidos y una vez que esta se haya armado los denuncian y a cobrar. La fuente principal de esta historia es una investigación del Programa de Periodismo de Investigación de la Universidad de Berkeley-California y la revista Mother Jones. La trama de esta extraña actividad del FBI fue relatada por Trevor Aaronson en el reportaje “Los informantes”, que fue publicado en octubre de 2011.
Ejemplo: James Cromitie, fanático gringo de 45 años, convertido al Islam, solía despotricar contra los judíos y atribuirse hazañas nunca probadas. Un pakistaní, reclutado por el FBI, calentó la cabeza de Cromitie para atacar una sinagoga y un aeropuerto. El resto lo podemos imaginar. Cárcel para uno, dólares para el otro. Desde el 11-S, el contraterrorismo es la prioridad del FBI y en ello emplea parte de su presupuesto de 3,300 millones de dólares, 27% más que los 2,600 destinados a luchar contra el crimen organizado.
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