Paseo Colón desea ser un restaurante que represente a América y su diversidad de sabores. Tarea difícil, más aún en un país como el nuestro que, de si algo está muy orgulloso, es de su comida y de sus sabores.
Sandra y Ugo Plevisani tomaron el reto, y en un espacio informal y bastante cool –con una bella terraza a la calle– empezaron a desarrollar sus ideas. En realidad, el espacio es bastante peruano con guiños a la cocina mexicana, cubana, china y hasta chilena (por sus empanadas).
El calor del verano nos llevó a empezar con los cebiches: el cebiche y chicharrón (el chicharrón es de calamares) y el cebiche a las brasas (con ají amarillo y chicha de jora) nos gustaron, pero no nos encantaron. Sí nos encantó el lomo Garibaldi a los dos mundos (lomito saltado sobre ñoquis a la ocopa). Si un restaurante fuese solo un plato, Paseo Colón ha encontrado el suyo.
Felizmente, la experiencia aún es grata si pide el tallarín a la trucha ahumada y –como es previsible por la presencia de Sandra y su talento repostero– continúa con los postres. Imperdibles son los huevos a la nieve (‘islas flotantes’ se llaman en la carta) y la cocada de olla gratinada al horno. Todo un descubrimiento.
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