El deseo sexual no siempre es intenso ni constante. Es común que muchas parejas, sobre todo las que llevan buen tiempo juntos, vivan este tipo de obstáculos. “Siento que ya no le provoco como antes. Al comienzo teníamos sexo apenas nos veíamos, ahora con las justas una vez a la semana”, cuenta Carmen (29). Estos síntomas suelen causar desazón y desconcierto, pues la persona se siente menospreciada. ¡Obviamente! Ello se agrava si no hay comunicación que aclare las cosas. Se puede llegar a pensar que ya no hay amor e, incluso, que todo es culpa de una infidelidad. No siempre es así.
¿Qué ocurre para que el deseo se desvanezca? Las razones pueden ser variadas. Por ejemplo, la rutina diaria es un elemento de peso que influye en la sexualidad. La carga laboral, el estrés, los compromisos familiares, la falta de confianza en uno mismo, el poco interés en probar cosas nuevas, en fin, todo ello pueden disminuir radicalmente las ganas para tener sexo. Por otra parte, hay condiciones fisiológicas que también tienen influencia en el deseo, tales como determinadas enfermedades crónicas, problemas de adicción, cambios hormonales, consumo de fármacos, entre otros. En el caso de los hombres, el inconveniente más frecuente es la disfunción eréctil.
NO ERES TÚ, SOY YO
El primer paso es reconocer que existe un problema. Lo común es que la falta de deseo surja como dificultad y que ambos se “hagan los locos” por fuera y que sufran por dentro. Es decir, la persona con el deseo menguado tiene motivos para estar así que seguramente lo están afectando, mientras que la otra parte se tortura elaborando teorías en su cabeza. Alto a eso. Hay que hablar claro y averiguar qué está sucediendo. No con quejas ni reproches, sino con diálogo y paciencia.
Al saber qué está pasando, se elabora una estrategia. Un especialista en sexualidad puede ser necesario, sobre todo para solucionar problemas fisiológicos. Ahora bien, si los problemas son de menor gravedad, bien podrían ser resueltos con un cambio de hábitos y actitud. Si la falta de deseo se debe al estrés, pues habrá que buscar maneras para que el sexo sea una manera de vencer al estrés y no una víctima de él. Empiecen a jugar y descubrirse nuevamente en términos sexuales. Asimismo, hay que invertir en uno mismo. Es decir, hacer ejercicio, preocuparse en verse física y sexualmente atractivos para la pareja. Ojo, no hay que pasar por el quirófano para esto. Basta con empezar a correr todas las mañanas para bajar unos kilitos y proyectar una nueva imagen ante la pareja. Esto desata el deseo, propio y ajeno.
Eso sí: lo peor que puede hacer es quedarse callado o callada. Venza el miedo a incomodar o hasta de hallar la verdad. A fin de cuentas, se trata del bienestar de ambos.
DATO
- ¿Cómo identificar la falta de deseo? Simple: prestando atención a los signos. Frases como “estoy muy agotado”, “tengo migraña”, “hoy no”, entre otras similares, son excusas habituales que no deberían pasar desapercibidas.
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