25.NOV Lunes, 2024
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Opinión

Tener a todo el mundo debatiendo sobre la sacrosanta libertad de prensa y sobre Sendero Luminoso es el mejor ambiente para tapar las denuncias contra este gobierno.

Mauricio Mulder,Pido la palabra
Congresista

No sé si el Gobierno está en condiciones de elucubrar intrincadas maniobras políticas para manipular la opinión pública o si, más bien, estas son el resultante del mero azar, pero que la presentación del proyecto de ‘ley del negacionismo’ es una cortina de humo, no me cabe la menor duda. Tener a todo el mundo debatiendo sobre la sacrosanta libertad de prensa y sobre Sendero Luminoso resulta ser el mejor ambiente para tapar la ostentosa demostración de poder en el uso del avión presidencial por parte de Nadine Heredia y las andanzas del cada vez más expuesto Alexis Humala.

Sirve también para cubrir el caso de la directora general de Gobierno Interior, Dacia Escalante, y su asesor terrorista, y su protagonismo en lo que parece haber sido una conspiración para destituir al excongresista José Anaya y entrar al Parlamento como accesitaria. También tiene color humo el aprovechamiento mediático del papelón hecho por la Corte-IDH –no los procuradores– de abocarse apresuradamente a ver causa que aún está pendiente en sede interna, y en la que un poder del Estado ha demandado a otro, hecho que sin duda tenía que verse reflejado en los representantes de cada uno de estos con el consabido escándalo.

Agreguemos también la payasada en la que se ha convertido la procuraduría, dizque anticorrupción, que señala que no apela la decisión que favorece a Toledo para “no afectar la carga procesal”, cuando no hay quien no sepa que ese procurador sólo obedece órdenes pactadas por Toledo con el Gobierno a cambio de sus votos en el Congreso, en lo que podríamos llamar “el pacto de la impunidad”.

Todo eso, más el caso de la hija de la aún aliada Aída García-Naranjo, que al más puro estilo diecioches-co privilegia a su familia a costa de los contribuyentes; la compra de los aviones coreanos, que es la punta de un iceberg de alta complejidad y corrupción; el caso Trimega y las 40 mil computadoras del Ministerio de Educación beneficiando a un importante financista de la campaña presidencial; los permisos de pesca de Alexis Humala; las corruptelas de Pensión 65, etc.; el súbito ascenso empresarial del señor Fabrizio Pimentel, socio y contertulio de Alexis en el famoso viaje a Rusia; el caso Conga, donde el Gobierno terminó capitulando sin condiciones, etc., indican que, queriendo o no, estas situaciones de escándalo han pasado a segundo y hasta a tercer plano, y que nos llevan de las narices hacia otras direcciones para que no se toque el hecho de que la corrupción está sólidamente enquistada en el país que está conducido por quien ganó bajo las banderas de “la honestidad es la diferencia”.

Justamente por actuar así, tapando todo, es que algunos temas que pudieron verse en su momento dieron lugar a que los hechos se repitieran después, solo que corregidos y aumentados.

Lo peor es que no vemos procuradores, fiscales, jueces, contralores etc., haciendo nada al respecto, y lo poco que puede hacer la oposición en el Congreso terminará, por imperio de los votos, como ya ha ocurrido en el caso Chehade, en la más aleve impunidad. El poder ha copado varias instancias ajenas al Poder Ejecutivo y crece indetenible moviendo sus fichas. Pero, mientras haya voz y temple, no podrán tapar el sol con un dedo.


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