Santiago Pedraglio,Opina.21
spedraglio@peru21.com
Este acuerdo ha recibido una opinión favorable de prácticamente todos los actores políticos y sociales de ese país, salvo las fuerzas políticas del expresidente Álvaro Uribe y el poderoso grupo ganadero.
El avance ha sido saludado por personas tan disímiles como José Miguel Insulza, secretario general de la OEA; Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, y el embajador de Estados Unidos en Bogotá, quien habló de esto el mismo día que el vicepresidente de Estados Unidos, Josep Biden, llegaba a esta ciudad.
El 25 de mayo, coincidiendo con el anuncio del primer acuerdo del Gobierno-FARC, la prestigiosa revista Semana informó sobre la urgencia de una nueva política agraria. Mencionaba, además, una encuesta de opinión empresarial agropecuaria según la cual “el 74% de los productores del campo está de acuerdo con el proceso de paz, mientras que el 72% afirma que su empresa se beneficiaría con un eventual acuerdo con la guerrilla”. Colombia usa, según Semana, solo el 24% de su potencial agrícola (5 millones de los 22 millones de hectáreas que posee para este fin), mientras que 40 millones de hectáreas se usan para la ganadería. Esta puede ser la fuente principal de oposición de los ganaderos a los avances Gobierno-FARC.
El camino para llegar a una paz duradera es particularmente difícil de transitar; pero si el gobierno de Santos logra culminarlo, Colombia estaría sentando bases para un desarrollo formidable de su economía. Sin embargo, Santos está obligado a manejarse en un complicado equilibrio. Si quiere lograr su reelección, tiene que impedir que su principal opositor político, Álvaro Uribe, sea el representante de la derecha colombiana. No es gratuito, por ello, que aun despertando las iras del presidente Maduro, Santos haya recibido a Henrique Capriles, líder de la oposición venezolana.
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