Santiago Pedraglio,Opina.21
2. La apuesta prioritaria por el fortalecimiento del bloque regional latinoamericano –y en especial sudamericano–, para obtener una mayor presencia en el juego político y económico mundial.
3. El restablecimiento de una relación privilegiada con Brasil, debilitada durante el gobierno de Sebastián Piñera.
4. El abandono del juego de los agrupamientos ideológicos excluyentes y el impulso del pragmatismo: Chile “no compartirá pretensión alguna de concebir dicha Alianza [la del Pacífico] como un bloque ideológico excluyente o antagónico con otros proyectos de integración” (Heraldo Muñoz en El País, 12.3.2014).
Refiriéndose al pasado inmediato, la presidenta Bachelet afirmó que “se ha priorizado excesivamente una visión economicista” por lo que Chile “va recuperar bajo mi mandato su papel como promotor de la convergencia y la integración en América Latina” (La Tercera, 12.3.2014).
Este giro de la política exterior debería consolidar la relación bilateral de carácter múltiple entre Perú y Chile, de cara a la integración regional, en el contexto del nuevo horizonte abierto por el fallo de La Haya y de su ejecución.
La nueva orientación chilena recuerda que la propuesta inaugural del gobierno de Ollanta Humala tenía un cariz similar, ahora algo desfigurado por las presiones de la derecha peruana para teñir de ideología la política exterior de la región –queriendo contraponer la Alianza del Pacífico no solo al ALBA sino a Brasil y al Mercosur–, para hacer gala, simultáneamente, de un pragmatismo ejemplar cuando se trata de hacer negocios con la China dirigida por el Partido Comunista.
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